Síndrome de Samo: La necesidad de recibir amor ofreciendo la vida a cambio - Lea Noticias

Síndrome de Samo: La necesidad de recibir amor ofreciendo la vida a cambio

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La historia comienza en la isla de Samos, en el mar Egeo, que se hizo célebre en el pasado porque albergaba una famosa colonia de leprosos. En ella, a diferencia de lo que sucedía en otros lugares, no estaba prohibido el contacto entre los enfermos  ni entre estos y los habitantes de la isla, con los que incluso podían mantener relaciones amorosas y llegar a contraer matrimonio. Existen pruebas documentales de que una chica en perfecto estado de salud se casó con un leproso y no hizo nada para evitar ser contagiada, al contrario, se sentía atraída mental y físicamente por el hecho de que su pareja estuviera enferma de lepra. El Istituto di Malattie Infettive (Instituto de Enfermedades Infecciosas) de la Università di Bologna se inspiró en esta isla para dar nombre a dicha inclinación psicopatológica tras haber estudiado durante años casos de mujeres cuyas parejas estaban enfermos de SIDA (y otras enfermedades) y con quienes mantuvieron, de manera regular, relaciones sexuales sin protección.

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Las causas del síndrome de Samo

Este síndrome pertenece a la categoría de comportamientos sexuales no convencionales, o lo que es lo mismo, maneras de actuar en la esfera afectiva y sexual que denotan otros trastornos psicológicos ocultos. En efecto, quien tiene un comportamiento tan extremo suele esconder problemas psicológicos muy graves y su causa está probablemente en la relación del sujeto con su madre, por lo general poco cariñosa o con una personalidad muy fuerte. Por esta razón, estas personas se acaban entregando de manera desmesurada hacia el prójimo para suplir la carencia afectiva de su infancia y recibir amor a toda costa, ofreciendo su vida a cambio. Son personalidades con tendencias suicidas y depresivas que socialmente disfrazan su necesidad de autolesionarse con actos de falsa heroicidad, sacrificando su existencia por lo que a ellos les gustaría hacer creer es un acto de amor.

Puede ocurrir que el sentimiento de base sea sano, como en el caso de parejas casadas en las que él o ella contraen una ETS o el virus del VIH, pero la incidencia de personas que buscan matarse voluntariamente es más alta.

El enfermo puede sentirse omnipotente ante el hecho de poder contagiar a su pareja y ante la patología de la que está realmente afectado. La persona que quiere ser contagiada, por su parte, pone en marcha un mecanismo que hará que la enfermedad cree un vínculo tan íntimo y fuerte con el otro que el VIH (así como otras enfermedades) deja de ser algo a evitar, sino que se convierte en algo que poseer a toda costa.

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Diagnóstico y tratamiento del síndrome de Samo

Para establecer un diagnóstico correcto de este trastorno es necesario realizar una serie de pruebas dentro del ámbito de la salud sexual y relacional. En Italia, la más famosa es el SESAMO (Sexrelation Evaluation Schedule Assessment Monitoring), creada en 1996 para analizar la sexualidad del sujeto en su totalidad, tanto en lo que respecta a su relación con los demás, como consigo mismo. Su uso está reservado a médicos y psicólogos inscritos en el colegio profesional correspondiente, que tendrán esta prueba a su disposición en el momento en el que se cuestione la estabilidad del paciente.

La única crítica que se ha hecho a este test psicodiagnóstico es el tiempo de duración y la manera de recopilar los datos: se necesita casi una hora y un software específico para llevarlo a cabo, ya que solo existe en formato electrónico. Para evitar estos inconvenientes se creó después una versión reducida en formato impreso que resulta más fácil de cumplimentar y analizar sin ser por ello menos exacta.

El síndrome de Samo no es simplemente un trastorno que perjudica a la persona que lo padece, sino que también contribuye, en parte, a propagar el contagio del VIH en la población, muy afectada ya por este problema.

Desgraciadamente, la búsqueda del amor de los padres, engrandecido con el amor hacia la pareja enferma, se manifiesta ya en la adolescencia y resulta necesaria la intervención de un profesional, un médico psicólogo, a partir de los primeros síntomas del problema, de manera que se pueda resolver el conflicto interior que pone en peligro la vida del sujeto y de los que le rodean.

Fuente [Tendencias.yahoo.com]

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