Nuestra óptica: «Se necesita un estadista de verdad», por @lodicetodo

Para resolver la crisis económica, política y social que vive Venezuela, es necesario que un verdadero estadista asuma las riendas del país, cuando tenga que tomar decisiones de envergadura lo haga sin tener que voltear para los lados para ver quien lo está mirando, que tenga guáramo para decir a los venezolanos sin titubeo porque toma las decisiones, por muy dolorosas que sean, que demuestre ser un líder y no un vulgar populista que está midiendo los costos y alcances políticos para sacarles provecho a favor de grupúsculos ni personales.

Es necesario una persona que tome decisiones para resolver la crisis de la inseguridad para frenar de una vez y para siempre la matazón, que estimule la producción nacional para terminar con la escasez de alimentos y terminar con las interminables colas de venezolanos frente a supermercados y que deje de imprimir billetes inorgánicos que aceleran la inflación que está liquidando los salarios y el poder adquisitivo de los venezolanos.  En fin que sea un  presidente de verdad, que no se esconda detrás de bastidores echándole la culpa de lo que pasa a los demás, sin asumir sus propias responsabilidades en la crisis.

Esa persona además de ser un verdadero estadista que no esté pensando en las próximas elecciones sino en las próximas generaciones para tomar las decisiones, debe ser consecuente de manera probada con la causa de los venezolanos, que haya sido solidario cuando los estudiantes se declararon en protesta y fueron masacrados por las fuerzas represivas del régimen, que no haya cambiado el discurso por conveniencias transitorias ni que utilice las palabras UNIDAD y SOLIDARIDAD como un comodín para sus propios intereses. En fin, que tome decisiones sin mirar los costos políticos.

Pero para que eso se produzca, el presidente Nicolás Maduro, por alguna vez en su vida, debe reconocer la gravedad de la crisis y tomar una decisión sensata a favor de los intereses de los venezolanos, y de manera democrática se aparte del poder para facilitar una transición hasta el 2019 cuando de acuerdo al texto Constitucional se realicen nuevas elecciones con reglas claras y transparentes para todos los participantes, que se garantice el respeto de los electores al momento de emitir su voto, que el árbitro electoral en vez de generar desconfianza produzca optimismo en los venezolanos y que el presidente en transición no estimule la participación de gente violenta que amenace a los electores ni que secuestren las urnas como en procesos anteriores.
Igualmente es necesario que haya un gran consenso nacional entre todos los factores democráticos de Venezuela, incluyendo los que están dentro del chavismo, porque los hay. Dentro del chavismo hay personas que en alguna oportunidad militaron en AD, Copei, el Mas y otros partidos políticos, que tienen en su ADN la cultura democrática que no se borra tan fácilmente, porque no son marcianos y que junto a su familia viven la tragedia que nos azota a todos por igual, especialmente la inseguridad, la escasez de productos de toda clase y la alta inflación que dispara los precios.

Cuando eso ocurra, sin ninguna duda la situación comenzará a mejorar progresivamente, no será fácil ni rápido, pero se realizará, especialmente para nuestros hijos y nuestros nietos. Las inversiones y capitales que el presidente Nicolás Maduro salió a buscar en el viaje de turismo que realizó con su familia por algunos países petroleros y que no pudo conseguir, al ver que hay un cambio de sistema y mucha voluntad para corregir las cosas, vendrán solos, sin que nadie los vaya a buscar, porque nuestro país lo que tiene de sobra es fortaleza a todos los niveles, especialmente en su reserva de recursos humanos.

En ese sentido, para resolver los problemas que existen en este momento, Venezuela necesita una persona con guaramo y no una que esté de moda circunstancialmente, el problema es serio, y como tal debe ser tratado. Llegó la hora de que haya una verdadera unidad entre todos los factores que quieren y desean un cambio para Venezuela. Una unidad donde no haya codazos ni zancadillas de unos contra otros, que los actores a nivel de dirigencia entiendan y comprendan que primero hay que recuperar la democracia para luego poner a marchar al país.

Por Gerónimo Figueroa Figuera