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Un gobierno responsable y verdaderamente revolucionario debería aprovechar el escándalo Aponte Aponte para una revisión profunda del sistema de administración de justicia, podrido hasta los tuétanos desde tiempo inmemorial, porque los vicios de la llamada Cuarta República fueron heredados y agravados en el régimen de Hugo Chávez.
El que no la debe no la teme y si el generalato y los altos funcionarios civiles señalados por el presunto capo del narco Walid Makled y ahora por el ex magistrado se sienten libres de culpa, deberían renunciar a sus altas investiduras para facilitar las investigaciones.
Culpar al imperio y a la oposición de aprovecharse del caso del ex magistrado para desprestigiar al gobierno y el PSUV es burlarse de la inteligencia del venezolano. El país sabe que fueron ellos, los rojo rojitos, quienes nombraron a Aponte Aponte Fiscal Militar, presidente de la Sala Penal del TSJ y lo convirtieron en una figura relevante. Hacerse los locos, como se están haciendo, solo confirma la complicidad y la poca disposición de darle a Venezuela una justicia confiable.
La podredumbre del Poder Judicial nos afecta a todos porque a cualquier ciudadano inocente se le puede imputar un delito, se le niega el derecho a la defensa y queda en estado de indefensión, a menos que se baje de la mula con una buena cantidad de dinero ante fiscales y jueces.
En este mismo espacio denuncié hace unas semanas el caso de una banda delictiva desmantelada por el CICPC después del robo de equipos de diseño en el sector Los Robles, isla de Margarita, y cómo a las pocas horas salieron en libertad gracias a una medida cautelar. Eso es normal en Venezuela. A nadie le escandaliza que el acusado termine siendo el denunciante.
En las cárceles no caben los presos y la mayoría están allí porque no tienen dinero para pagar buenos defensores. Y usted debe saber, amigo lector, que hay dos tipos de abogados: el que conoce de leyes y el que conoce a los jueces. No es muy difícil deducir entonces hacia donde se inclinaría la balanza.
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¿Por qué tanto temor a la independencia del Poder Judicial? ¿Por qué le conculcan a los venezolanos el derecho a una justicia digna, libre e independiente? Como toda crisis, el escándalo Aponte Aponte puede ser la oportunidad de sacudirnos ese estigma de país más corrupto del mundo, o de narco estado, que tanto nos perjudica. Solo falta la voluntad política del régimen, que deje de escurrir el bulto y asuma su responsabilidad. De lo contrario usted y yo tenemos la solución el próximo 7 de octubre. Hay un camino.
Por: Alirio Bolívar