Así fue como Evita Perón inventó a las Primeras Damas - Lea Noticias

Así fue como Evita Perón inventó a las Primeras Damas

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“Antes de Evita las primeras damas no ejercían ningún tipo de papel público, se limitaban a ser esposas y no se ocupaban de cuestiones políticas. Hoy en día se supone que el rol de las primeras damas consiste en trasladar a su marido las inquietudes sociales, y esto es gracias a ella”.

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Una reivindicativa mirada a la icónica Eva Perón realizada por el historiador argentino con más difusión Felipe Pigna, quien acaba de publicar en España Evita, realidad y mito (Destino), la biografía imprescindible para interpretar no solo el peronismo en toda su complejidad, sino la propia historia contemporánea del país sudamericano, según reseñó elconfidencial.com

El único antecedente comparable a su figura como primera dama, apunta Pigna a El Confidencial, es Eleanor Roosevelt, aunque “Evita fue más disruptiva desde el punto de vista histórico y político. Trabajaba entre 15 y 16 horas al día, acudía a la mayor parte de las reuniones de su marido, y acabó por convertirse en un fenómeno que generaba más empatía en la población que el propio Juan Domingo Perón”.

Un carisma del que Madrid fue testigo cuando visitó España en 1944. Los baños de masas fueron constantes (el diario Arriba cifraba en 300.000 las personas que la recibieron en Barajas), hasta el punto de que la influyente revista Time calificó su recibimiento de apoteósico y reflejó que “el entusiasmo que despertó en Madrid fue real y no un espectáculo sintético como el que los madrileños están acostumbrados a ofrecer a Franco”.

Su formación como sujeto político y su influencia en las mismas bases del peronismo llegó a ser tal que hasta molestaba a su marido. Algo que Perón dejó claro cuando el escritor argentino Tomás Eloy Martínez le preguntó en una entrevista realizada en 1970 en Madrid si se daba cuenta que “Evita, como mito, es más fuerte ahora que usted en Argentina”. El General dio un golpe sobre la mesa y contestó ofendido: “Eva Perón es un producto mío, yo la hice, yo la preparé para que fuera lo que ella fue”.

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Como explica Pigna, “a Perón se le respetaba y a Evita se la amaba”. Una empatía que se granjeó, primero, porque tenía una gran capacidad para conectar con el pueblo y, segundo y más importante, porque la mayoría de sus esfuerzos estaban enfocados a dialogar con los sindicatos, conocer la realidad de cada gremio y defender los derechos laborales. “Todos los días iba a la CGT, formaba parte de su rutina, y logró que el sindicalismo se convirtiese en la base más importante del peronismo”.

Una influencia sin la cual el peronismo hubiese sido un movimiento más conservador y de salvaguarda del sistema, según interpreta Pigna. “Evita le dio un carácter revolucionario al peronismo”, añade el historiador defendiendo que “en el contexto argentino de los años 40 el peronismo fue una revolución”.

El escrache como motor del cambio social

El mito de la primera dama argentina, a quien las altas esferas le negaban el tratamiento de ‘dama’ por su humilde origen, sigue levantando hoy en día tantas pasiones como odios entre los argentinos. Para Pigna su mayor contribución y que todavía perdura hoy en día, más allá de la consecución de derechos laborales como las ocho horas o las pagas extras, “fue lograr que la gente se empodere. Un fenómeno que surgió durante el peronismo y que se convirtió en la parte de este movimiento más odiada por la oposición. Los antiperonistas lo denominan ‘insolencia del trabajador’ porque no pueden soportar que los obreros protesten y luchen por sus derechos”.

Para Pigna el escrache es una herramienta legítima de movilización popular, de la cual destaca su carácter pacífico. Preguntado por el peligro físico que pueden correr las personas señaladas públicamente mediante estas protestas, el historiador responde que en Argentina no se produjo ni una sola agresión física.

“La máxima violencia que se ha ejercido no pasó del insulto, y eso que mucha gente protestaba contra el asesino de sus padres o sus hijos”, subraya. Y es que para el historiador que ha conseguido mantener sus libros durante varios años en la lista de los más vendidos “la responsabilidad del escrache no debe caer sobre el que lo realiza, sino sobre la justicia que no actúa”.

Quizá por ello, Pigna es un firme defensor de los juicios contra el franquismo, que precisamente se han iniciado en Argentina. “No para incentivar el rencor y el odio, sino para que la gente conozca quienes eran estas personas y sepan lo que sucedió realmente durante la Guerra Civil y los cuarenta años de dictadora franquista”, matiza.

“España va camino de acabar como Argentina en 2001”

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Gran conocedor de la realidad y política española, el historiador argentino advierte sobre las similitudes entre la crisis de deuda que sufrió su país hace una década y la situación por la que actualmente atraviesa España.

“Nosotros fuimos los mejores alumnos del FMI en los años 90. Nos aplaudieron por adoptar unas recetas que luego nos condujeron al desastre socioeconómico más grande de la historia de Argentina. Si España sigue sucumbiendo a las imposiciones de la troika va camino de acabar como nosotros en 2001”, advierte.

Poco a poco el país sudamericano le fue dando la espalda al FMI y desarrollando nuevas alianzas económicas con otros países latinoamericanos para evitar las injerencias externas. “Ahora, ‘los hombres de negro’ ya no vienen a hacernos inspecciones y nos tildan de malos alumnos y de tener una economía inestable, pero fue la única forma de recuperarnos y frenarlos en defensa de la humanidad”, recuerda emocionado. Y es que para el historiador se trataba de medidas “asesinas” porque, añade, “mataban a la gente de hambre, recortando sueldos, pensiones y hospitales”.

El golpe que dio Argentina sobre la mesa debería producirse también en España antes de que sea tarde, indica. “Es difícil porque da muy mala prensa en el exterior y cada vez se está más atado de pies y manos, pero no te dejan más alternativa porque estamos hablando de que la gente viva medianamente bien o se muera de hambre”, lamenta.

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