Así se fabrica en Cataluña el último Diccionario de la Real Academia Española - Lea Noticias

Así se fabrica en Cataluña el último Diccionario de la Real Academia Española

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«El olor a papel y cola. Es maravilloso», susurra el director de la Real Academia Española, José Manuel Blecua, mientras cientos, miles de palabras y sus correspondientes definiciones se exhiben en pliegos desgajados sobre la ruidosa máquina de alzado. Por ahí, entre los palés abarrotados de libros de texto y volúmenes ilustrados que inundan cada rincón del polígono industrial que ocupa la imprenta Colour Printing Service en la localidad de Polinyà (Barcelona), entre ese olor a papel, cola y grasa de maquinaria que impregna el ambiente, deben andar palabras y conceptos como tuit o libro electrónico;como dron o cameo… Apenas un esbozo de las más de 5.000 nuevas entradas que el Diccionario de la Lengua Española incorporará en su XXIII edición.

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El director de la RAE, José Manuel Blecua, consulta los pliegos del nuevo diccionario

También deben andar por ahí, escondidas en alguno de los 33 pliegos de 77 páginas que otra máquina se encarga de coser en gruesos tomos de más de 2.000 páginas, las enmiendas sobre la mecánica del automóvil, la nanotecnología o incluso la definición de referéndum que, informa Blecua, a pesar de lo dicho «por algunas lenguas viperinas» será la misma que ya se enmendó en 2008. Esto es: «procedimiento por el que se someten al voto popular leyes o decisiones políticas con carácter decisorio o consultivo», según puede leerse desde entonces.

Una océano de palabras cargadas de significado que, a partir del próximo 16 de octubre, se alinearán una vez más para dar forma a la primera edición impresa del Diccionario de la Lengua Española desde 2001. Catorce años en los que en el lenguaje no ha hecho más que crecer, absorber y expandirse y cuya dimensión real se concreta ahora en un volumen que suma 140.00 enmiendas para 49.000 artículos,suprime cerca de 1.350 entradas e incluye más de 5.000 palabras nuevas. El manual de uso del español, esa lengua que, destaca Blecua, es «completamente americana» .«el 90% de los hablantes no vive en España», apunta-, manufacturado con rigor industrial en el corazón de Cataluña.

Esta nueva edición, cuya publicación coincide con el III Centenario de la RAE, tendrá 195.439 acepciones, 19.000 americanismos y 93.111 artículos, más del doble de los aparecidos en ese primer volumen de 1780 que Blecua recuerda como el «diccionario chico». Cifras y letras que aguardan ahora pacientemente a la espera de ser cosidas, encoladas, encuadernadas, empaquetadas y, finalmente, consultadas quien sabe si por última vez en papel. «¡Qué más quisiera yo que saberlo! La verdad es que el dominio de las redes y los medios informáticos es cada vez más importante», relativiza Blecua, quien aprovecha para poner en valor el trabajo que la RAE ha venido realizando en un entorno digital.

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Vigor digital

De hecho, pese a que esta sea la primera edición impresa desde 2001, la versión electrónica del Diccionario se ha actualizado en cinco ocasiones entre 2004 y 2012 y seguirá haciéndolo cuando aparezca esta nueva entrega. En vista de los plazos que maneja la RAE, no será hasta dentro de diez o doce años cuando veamos si lo digital se ha acabado imponiendo definitivamente al papel.

«La máquina de encuadernar es una maravilla. Es rapidísima», proclama el director de la RAE mientras dirige sus pasos hacia el final de una cadena de montaje en la que media docena de jóvenes proceden a estuchar los relucientes volúmenes. Se cierra así un laborioso proceso en el que medio centenar de operarios lleva más de dos meses trabajando.

La máquina de encuadernar, en efecto, es una maravilla, y de ahí van saliendo, uno a uno, los 50.000 ejemplares que a partir del día 16 darán un nuevo impulso a la lengua con el empuje de esas 195.439 acepciones. Demasiadas como para escoger solo una. Máxime si, como subraya Blecua, los estudiosos y académicos tienen una relación «muy poco afectuosa» con las palabras. Aún así, y puestos a escoger, el director de la RAE se decanta no por una recién llegada, sino por una que lleva en el Diccionario desde 1810. A saber: libertad.«Supone la presencia de la ley. Supone que hay una sociedad en la que hay una convivencia regida por las leyes», señala Blecua entre volúmenes con las entrañas aún por coser y alguna que otra página arrojada discretamente en una papelera. «El problema de trabajar con un papel tan fino es que hay que ir con mucho cuidado», explica uno de los responsables de la imprenta. Nada grave: las palabras están ahí para manosearlas y utilizarlas, no para quejarse.

Fuente [Abc.es]

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