Candelariazos: «Frustraciones rojas», por @BarretoSira

Nuestra vida política nos lleva en no pocas ocasiones a entablar conversaciones diarias, algunas gratas y otras ásperas, con decenas de personas que nos abordan en la búsqueda de una respuestas a sus interrogantes, para expresarse abiertamente y dar rienda suelta a sus más profundos deseos, anhelos o necesidades.

En esos encuentros me he topado con miles de simpatizantes de lo que se llamó el chavismo. Muchos venezolanos, particularmente anzoatiguenses, me reclamaban el hecho de mi oposición al Gobierno del extinto presidente a lo cual respondía con el mayor de las firmezas que como demócrata no podía silenciar ante un sistema que cada día era más autocrático y despótico.

En reiteradas oportunidades, siempre con el mayor de las amabilidades, enlacé una discusión democrática con estos seguidores del oficialismo a quienes daba ejemplo, cifras, evidencias del fracaso de un sistema como el que conducía el ex mandatario y lo comparaba con los éxitos de la mal llamada cuarta república.

También en no menos coincidencias nos hemos encontrado con dirigentes de partidos políticos, activistas sociales, líderes de las comunidades, quienes nos han apoyado en muchos de nuestros retos políticos y electorales y también con aquellos que siendo adversos al régimen nos reclaman más acciones contra éste.

Estos diálogos enriquecedores para cualquier dirigente demócrata es la savia del conocimiento del pueblo, de sus creencias, de sus quejas y aspiraciones, son parte de la lectura de campo de qué piensa y qué quiere en verdad el pueblo de a pie.

Cada día más he hallado en los argumentos de los seguidores del chavismo, en la voz de éstos, en sus propias miradas, la tristeza, la desesperanza y la melancolía que descubre su decepción ante las promesas incumplidas.

En más de una oportunidad me han dicho “Antonio, es que nos engañaron”… Más de uno de los seguidores del chavismo no se sienten, hoy por hoy, representados por Nicolás Maduro, ni por Aristóbulo Istúriz, ni por ningún otro representante de este madurismo lacónico y adocenado.

El verdadero seguidor de Chávez y de la revolución está sufriendo en carne propia los problemas de desabastecimiento, inseguridad y desempleo, son ellos los que viven las inclemencias de la escasez y del altísimo costo de la vida.

Ese chavista originario que creyó en las propuestas del extinto Jefe de Estado se encuentra arrinconado por la falta de comida para sus hijos, se encuentra en medio de la miseria más elevada gracias a las inconsistencias políticas y económicas del madurismo en Gobierno.

Persiste en los seguidores del chavismo una apatía nacida de la desilusión marcada, porque lo que se está viviendo en la nación no se parece en nada a las propuestas fogosas que en otrora esbozaba su líder.

Por ejemplo en Anzoátegui los seguidores de ese proyecto se encuentran desencantados por la administración inexistente y en los mejores casos opaca de Istúriz, quien ha desgobernado a nuestro estado, lo cual es evidente para propios y extraños.

Las frustraciones rojas son innumerables, la traición que sienten los acólitos del calificado socialismo del siglo XXI son cada vez más lacerantes y dolorosas, por esta razón la desazón de unas bases que ya no acompañan a sus dirigentes.

Este sentimiento de frustración nos lo hacen llegar hasta los dirigentes de base del Psuv que están cansado de ver como los jerarcas de ese partido se enriquecen a costilla de la miseria de las comunidades, que observan como el nombre del pueblo es utilizado para sostener en el poder a unos gobernantes que sólo se acuerdan de los necesitados cuando están urgidos de votos.

La frustración es cada vez más grande en la sociedad y eso será en los venideros compromisos electores, donde la Unidad al marchar cohesionada arrasará con la mayoría de los diputados de la Asamblea Nacional como ocurrió en el 2010 en Anzoátegui.

Por Antonio Barreto Sira