Así como suena: "Con cabeza y no con corazón" Por @jjferminjr - Lea Noticias

Así como suena: «Con cabeza y no con corazón» Por @jjferminjr

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JJ FermínLa toma de decisiones es una actividad imprescindible en nuestra vida, con significado y consecuencias, ya que son parte fundamental, inherente a todas nuestras acciones cotidianas.

Por ello, no pueden ser las emociones su sustento o punto de partida, porque seguro, serán incorrectas y con implicaciones negativas.

Es muy común encontrar en nuestro entorno a personas que toman decisiones según sus emociones para luego ver pagar las consecuencias.

Según el diccionario de la Real Academia Española, decidir es formar juicio definitivo sobre algo dudoso o contestable, es tomar determinación de algo. Amigos, decidir es poder y para que ese poder sea aprovechable, debemos aprender a decidir sin emociones de por medio.

Según la teoría “Imagen, Poder y Negociación”, desarrollada por un grupo de investigadores liderados por Roberto de Vries y Marina Lander, consultores amigos, de reputada y dilatada trayectoria en el estudio de la modificación de conducta en las personas, las emociones que siente el ser humano son la ira, la tristeza, el miedo y la alegría. En ese contexto, el venezolano puede, o bien sentir y vivir a una emoción, o sentir y vivir multiemocionalmente.

Según esta teoría, “si la persona percibe que tiene las fortalezas necesarias para aprovechar las oportunidades del entorno, la emoción preponderante es la alegría, pero si la persona percibe que sus debilidades no le permiten aprovechar esas oportunidades, probablemente al sentirse frustrada, sienta ira o rabia y, si a las debilidades que percibe la persona en sí misma, se le unen las amenazas del entorno, sin tener la oportunidad de luchar contra ellas, entonces sentirá miedo y hasta tristeza”.

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Asimismo, Schein dice que “la toma de decisiones es el proceso de identificación de un problema u oportunidad y la selección de una alternativa de acción entre varias existentes, decidir es una actividad diligente clave en todo momento en nuestras vidas”.

Quien toma una decisión debe desde la razón, identificar todas las alternativas posibles, evaluar las ventajas y desventajas de cada opción, pronosticar sus consecuencias y evaluarlas según sus objetivos. Para ello, es preciso tener información clara, confiable y actualizada sobre cada escenario y por supuesto, tener confianza en sí mismo a toda prueba.

Se puede concluir entonces que lo correcto es que las emociones no formen parte del proceso en la toma de decisiones, pero si para alguien es imposible evitarlo, entonces está obligado a conocerlas y comprenderlas para hacer el proceso lo menos riesgoso posible.

Amigo lector, tomar una decisión es una acción permanente en nuestra vida diaria que en muchos casos se torna difícil. Hacerlo con el corazón y no con la cabeza, es una acción de pronósticos reservados.

Téngalo claro todos los días de su vida pero muy particularmente el próximo 8 de diciembre, día como el compromiso lo exige, para actuar con la cabeza y no con el corazón. Es así como suena.

J. J. Fermín A. / @jjferminjr

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