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Estoy a punto de graduarme de periodista y siento pena, me da tristeza y desilusión que a tantas cosas que tenemos en nuestra contra día a día, se le sume un trabajo mediocre. Siempre he pensado que nuestra profesión es la más bella y difícil del mundo, y lo es. Nosotros tenemos el deber de comunicar todo lo que sucede, sea agradable o no, nos afecte o no, y esa es nuestra gran insignia. Siempre tuve cierto temor y demasiado cuidado al redactar noticias de sucesos, porque cuando redactas, querido futuro colega, no es solo para ti y tu medio, es también para el resto de la población, incluyendo siempre a los afectados.
Durante el estudio de la carrera nos reiteran mil veces lo imperante que es confirmar datos, tener varias fuentes, sin embargo, en tiempos de twitter, el periodista parece que sólo quiere ser leído, llamar la atención, ser la noticia a través de sus noticias, llegar primero sin importar qué. Lo estamos haciendo mal. El poco respeto que nos tienen viene antecedido a la necesidad de show, a la ética desdoblada y a la ausencia de sensibilidad periodística.
No voy a discutir lo que le pasó a mi hermana, basta con decir que ella es la adolescente del piso diez, pienso, que ante una noticia tan delicada, por lo menos debían confirmar. Nadie llamó a mis padres, nadie me llamó a mí, entonces me pregunto qué fuente utilizaron para confirmar la noticia, a quién se dirigieron para ampliar los escasos datos -erróneos- que pudo dar la policía o el cicpc. La respuesta es simple: a nadie. Mi hermana no tiene dieciocho años, mi hermana es menor de edad, tiene 17, claro, que evidentemente, lo único que importa es llenar la página.
El Tiempo, El Norte, Nueva Prensa, El Mío y Noticias de Aquí cubrieron y publicaron la noticia, nadie tuvo la delicadeza de llamar. Noticias de Aquí, por ser un portal web pudo borrarla, pero quedó el tweet y me duele saber que algo tan personal fue leído por tantas personas, retuiteado cinco veces y alguien lo marcó como favorito.
Después de calmarme, volví a leer y entendí el enfoque «positivo» que se le quiso dar a la noticia, que efectivamente lo tiene. Mi hermana está viva y recuperándose. Sin embargo no deja de irrespetarnos ni deja de irrespetar la ley.
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Dejemos de ser los peseteros desalmados que los familiares dicen que somos, comencemos a ser los periodistas que prometíamos ser en las aulas de clase, recordemos todos los días a Ryszard Kapuscinski y no sólo nos limitemos a citarlo cada 27 de junio.
Espero que por lo menos, se tomen el tiempo de leer esto y que quizás sólo unos días sean los periodistas que dicen ser. Sin ganas de gastar más energía en este asunto y concentrada en dársela toda a mi hermana se despide,
Arianna Cristina De Sousa.