Suscríbete a nuestro canal de Telegram "LeaNoticias" para que estés al día con toda la información sobre Venezuela y España.
Paraná, uno de los estados de Brasil que más turistas recibe por contar con las famosas Cataratas del Iguazú, ofrece como alternativa para los visitantes otros dos paraísos de gran belleza: la Reserva Natural de Salto Morato y la Ilha do Mel.
Se trata de dos lugares desconectados del mundo, el primero por ser una reserva ambiental que protege una parte de lo que queda del desforestado Bosque Atlántico brasileño y el segundo por ser una pequeña isla en la que ni circulan los coches.
Paraísos
A 170 kilómetros de Curitiba, capital de Paraná, se encuentra la Reserva Natural Salto Morato. No hay cobertura para los teléfonos móviles y, mucho menos, conexiones a internet.
Eso permite al visitante centrarse en lo verdaderamente interesante del enclave: la naturaleza rebosante, que se concreta en 580 especies diferentes de plantas, 329 de aves, 80 de mamíferos, 29 de reptiles, 40 de anfibios y 40 de peces.
Suscríbete a nuestro canal de Telegram "LeaNoticias" para que estés al día con toda la información sobre Venezuela y España.
Lo más espectacular de todo es la cascada Morato, que da nombre a la reserva. Impresiona a todos los visitantes, que beben su agua directamente del riachuelo que se forma.
Esta reserva, burbuja natural de 2.340 hectáreas en un Brasil con cada vez mayores problemas de contaminación, no es de fácil acceso.
Hay que invertir cuatro horas en alcanzar el lugar desde Curitiba, ya que el camino es de tierra y está en mal estado.
Cerca de Salto Morato se encuentra Ilha do Mel, una isla paradisíaca que en algunos momentos parece no ser real. Desde las poblaciones costeras de Pontal do Sul y Paranaguá se pueden tomar pequeñas embarcaciones que llevan al enclave.
Ilha do Mel se pisa por primera vez en el muelle de la playa de Brasilia y, al salir del barco, el visitante se encuentra con una playa casi virgen, de arena muy fina y de una gran extensión. Los coches tienen vetado el acceso.
La única forma de transporte es por agua o mediante los pedales de una bicicleta, pero lo mejor es caminar y perderse por los senderos de arena, que siempre acaban desembocando en el mar.
[Fuente: eltiempo.com.ve]