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Difícilmente terminarás de leer este artículo

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Actualmente tu atención se cotiza como nunca antes en la historia. Lograr captarla, y sobretodo mantenerla, resulta es una tarea épica para cualquier contenido que se lo proponga. Como muestra de lo anterior, según las estadísticas, si terminas de leer este enunciado, estás entre los seis usuarios, de diez, que aún no abandonan la tarea –el resto ya está dando click a otra nota o tal vez, incluso, ya también la han abandonado antes de proseguir su fragmentado recorrido. 

SocialMedia-every60seconds

Prosigamos. Dependiendo del tamaño de tu pantalla faltan entre dos y nueve líneas para que te veas forzado a scrollear  (deslizarte hacia abajo para continuar leyendo el texto que no aparece en el primer ‘pantallazo’). En esta sencilla aduana ya habremos perdido a otro 3% de los ‘lectores’ iniciales.

Para este momento el presente artículo alcanza ya unas doscientas palabras, lo cual quiere decir que la mitad de los visitantes originales se han desvanecido, mientras que otros ya habrán saltado directo a los comentarios para exponer su opinión –a pesar de no haber leído siquiera a la mitad del texto. Y aquí viene otro peculiar fenómeno: de ese 50% ya ausente, muchos ya compartieron el enlace a esta nota vía Twitter, Facebook, o alguna otra red social, una práctica que aunque parezca algo absurda, es bastante más popular de lo que creemos.  

En un artículo sobre este tema, publicado en Slate, se cita información provista por Chartbeat, una firma dedicada al análisis de comportamiento web. De acuerdo con un analista de la compañía, un artículo promedio ocupa unos 2,000 pixeles de altura. La siguiente gráfica muestra hasta que porcentaje del artículo llegan generalmente los lectores.

This is a histogram showing how far people scroll through Slate article pages.

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Si bien no hacen falta muchos argumentos para aceptar que vivimos en la ‘era de la información, lo cierto es que, como un proceso paralelo, podríamos afirmar que estos tiempos bien podrían también catalogarse como la ‘era de la distracción’, es decir, nunca antes en la historia humana habíamos tenido más y mejores razones para no focalizar nuestra atención. En este sentido parece que hemos privilegiado la diversidad sobre la profundidad, hoy muchas personas saben de muchos temas, pero pocas se aventuran en las entrañas de esas temáticas –y los que lo hacen generalmente carecen de diversificación informativa, unas por otras.

Te sugiero que trates de hacer un ejercicio similar al que verás a continuación,  ya que te permitirá dimensionar la naturaleza informativa de esta época, y confirmar que eres parte de ella: diariamente leo alrededor de 250 encabezados de notas, de las cuales clickeo en solo un 30%. De las 80 notas a las que entro, en un 40% solo habré entrado para leer el resumen, y a otro 40% las repasaré rápidamente. Al final del día, de las 250 notas habré leído aproximadamente unas 13.

En fin, ahora sé que estás líneas serán solo leídas por un par de cariñosos familiares y un reducido número de pacientes lectores. Así que con ustedes pocos compartiré la siguiente reflexión: me parece apasionante dedicar unos momentos de nuestro frenesí existencial a analizar y reflexionar este tipo de conductas en la sociedad contemporánea. Creo que al hacerlo obtenemos múltiples conclusiones que mucho nos ayudarán a entender nuestra realidad actual.

Hoy la vida se vive de forma intensa, tal vez incluso angustiante. La monumental cantidad de información disponible, en combinación con el vertiginoso ritmo cotidiano, deriva en una relación bastante peculiar con los contenidos –aunque a fin de cuentas estos continúan moldeando buena parte de nuestra percepción. Hoy parece que ya no necesitamos del tradicional modelo narrativo, principio-desarrollo-fin, sino que preferimos una especie de mosaico de data, de consumo tan ágil como no-lineal. Y lo importante de esto radica, si tomamos en cuenta que nuestra realidad depende de lo que somos capaces de platicarnos acerca de ella, en que estos nuevos hábitos pronto terminarán por remodelar nuestra existencia y la percepción que tenemos de ‘lo demás’.

 

Fuente: pijamasurf.com

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