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La actriz estadounidense, Lindsay Lohan, sigue en su línea. El lunes logró dar esquinazo a la cárcel tras llegar a un acuerdo con un juez de Los Ángeles, pero a cambio deberá pasar tres meses en un centro de rehabilitación, sin poder salir, como condena por incumplir su libertad condicional tras mentir a la policía en un accidente de tránsito que sufrió el pasado junio.
Ya conocemos el interminable historial delictivo de la actriz. El juez James Dabney ha señalado que Lohan «aceptó la oferta de la fiscalía».
Pero tras completar esos 90 días en un centro de rehabilitación, no acaba ahí su condena. También tendrá que cumplir 30 días, trabajo comunitario y completar 18 meses de psicoterapia. El juez le recomendó: «No conduzca. Usted vive en Nueva York, ahí no necesita conducir. Aunque ésta no es una condición para la libertad condicional».
La estrella de «Liz & Dick» y «Chicas malas», ya estaba en libertad condicional tras robar en una joyería en 2011 un collar valorado en 2.500 dólares.
Lindsay, que llegó casi 50 minutos tarde -como si de una premier se tratara- tras perder su vuelo desde Nueva York a Los Ángeles, acudió vestida de blanco y con la cara lavada al Tribunal de Santa Mónica. Al entrar al Tribunal fue rociada con escarcha (brillantina) por uno de los fans, ¿quizás intentó que la actriz volviese a brillar?
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Pero el drama no terminó en el interior de la sala del Tribunal. El padre de la actriz, Michael Lohan, protagonizó una acalorada discusión con el abogado que defiende a su hija.
El abogado de la actriz, Mark Heller, estaba hablando con la prensa, cuando se le acercó Michael Lohan gritando diciendo: «No sé que sigues haciendo aquí». En su defensa salió el letrado Anthony Falangetti: «Él es su abogado». A lo que Michael le contestó: «Yo soy su padre», «vete a tu casa», le dijo a Heller. Posteriormente tuvo que ser retenido entre varias personas. El padre de la actriz perdió los estribos al creer que el abogado poco hace y que su hija ya haya pasado por prisión.