El poder de Google desata una batalla entre Europa y EE.UU. - Lea Noticias

El poder de Google desata una batalla entre Europa y EE.UU.

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Google y Facebook se colaron en el imaginario colectivo como algo naíf cuando eran vistas como «startups» cuasi benéficas creadas en el garaje de una casa o en una residencia universitaria. Convertidas ya en gigantes de internet y con los «lobos» campando por Silicon Valley como por Wall Street, su omnipresencia genera ahora suspicacias. La Unión Europea pretende atar de tentáculos al gran buscador; ha puesto bajo lupa sus laxas prácticas fiscales, el trato que da a los datos personales de sus usuarios y el uso que hace de su posición de dominio en el mercado. Washington, por su parte, acusa a Bruselas de querer levantar barreras proteccionistas para frenar el avance de su arrolladora industria tecnológica. La revolución digital ha derivado así hacia una batalla comercial y política y discrepancias judiciales y normativas entre el Viejo Continente y Estados Unidos.

La Comisión Europea, a raíz de una denuncia de Microsoft y otras compañías, entre ellas operadores de telecomunicaciones y editores, investiga desde hace un lustro cómo Google, cuyo buscador tiene una cuota de mercado en la Unión del 90% de las búsquedas, ha alcanzado esa posición del control y si hace un uso abusivo de ella. «Cuando se tiene esa cuota de mercado, por muy buena fe que se tenga, se asfixia a la competencia y se produce una situación de abuso», comentan fuentes cercanas a esas empresas demandantes.

SESIÓN PARLAMENTARIA EN ESTRASBURGO

La Comisión Federal de Comercio (FTC) americana concluyó en 2013 que Google no limita la competencia. Uno de los argumentos esgrimidos fue que la enorme capacidad de los usuarios de elegir qué buscador usar con un clic desincentiva las prácticas anticompetitivas. Prueba de ello sería que Google «solo» controla el 67% de las búsquedas en EE.UU. e incluso en Japón le supera Yahoo con una cuota del 53%, en China el preferido es Baidu (62%) y Yandex (62%) en Rusia. O cómo servicios otrora dominantes han caído en el olvido, como Myspace.

«Hay otros buscadores, y muy poca gente se queja de Google», añade en esa línea el profesor de sistemas de la información de IE Business School Enrique Dans, quien apunta también al concepto de los efectos de red. Es decir, estos servicios, cuanta más gente los use, mayor calidad tienen. Por ejemplo, darse de alta en una red social es más atractivo cuanto mayor sea la base de usuarios con los que conectar.

Como fuere, las búsquedas no son la actividad más importante de Google, que es ante todo una agencia de publicidad, su verdadero negocio. A día de hoy acapara más del 31% de los casi 112.700 millones de euros que se gastan en publicidad «online» en todo el mundo, muy por encima de Facebook (7,79%), Microsoft (2,54%) y Yahoo (2,52%), según datos de Emarketer.

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En 2007 Google compró por 2.300 millones el gigante de la publicidad «online» Doubleclick. Se estaba creando un imperio que incluía a la mayoría de usuarios, anunciantes y soportes y con posibilidad de imponer prácticas monopolísticas en temas como los precios y la privacidad de los datos. «Nadie hizo nada», recuerda Dans en referencia al visto bueno de las autoridades europeas y americanas a la operación.

El Parlamento Europeo aprobó la pasada semana una resolución no vinculante en la que insta al Ejecutivo comunitario a actuar obligando a Google a separar el buscador del sus otras actividades. La Eurocámara alerta así de la forma en que la compañía presenta al usuario los resultados de una búsqueda, dando prioridad a enlaces a sus propios servicios. Incluso a veces los presenta directamente, sin necesidad de acudir a la web original, restando tráfico a esas páginas. O reproduce gratuitamente contenido elaborado por terceros, como los periódicos, motivo por el cual los editores europeos batallan también con Google, y la Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE) ha impulsado un canon al gigante por agregar esos contenidos.

De esta forma Google reduce la visibilidad de sus competidores. «Da un trato preferente a sus propios servicios, este es el tema central: desviar el tráfico desde enlaces rivales. Las empresas europeas están perdiendo ingresos y las personas despedidas. Los consumidores europeos no están recibiendo la opción más pertinente, debido al tratamiento preferencial de Google de sus propios servicios. No estamos en contra de Google o cualquier otra compañía estadounidense. Estamos en contra de los monopolios, queremos igualdad de condiciones en el mercado digital europeo. Queremos búsquedas justas y neutrales en interés de los consumidores», resumió en el Parlamento el eurodiputado español por CiU Ramón Tremosa, uno de los promotores de la resolución.

Sin embargo, la justicia norteamericana otorgó a Google en un fallo del pasado agosto el derecho a editorializar su página de resultados, al considerarla una publicación y por tanto primar la libertad de expresión. La sentencia daba así la razón a Google ante una denuncia del diario «Coast News», que acusaba al buscador de poner sus enlaces en posiciones bajas cuando la misma búsqueda en Bing y Yahoo los elevaba a los primeros resultados.

Android, otra pata del gigante

La Eurocámara no detalla cómo se podría imponer a Google esa división de negocios, aunque hay antecedentes. Por ejemplo, podría obligarle a dividir sus actividades en diferentes sociedades, como sucedió con el mercado energético, de forma que Iberdrola, Endesa y Gas Natural tuvieron que ordenar en diferentes compañías sus negocios de generación, distribución y comercialización. Otra posibilidad, la más extrema, sería la de imponerle la venta de algunos activos, como en casos de fusiones de compañías que alcancen cuotas muy elevadas de mercado. O, por ejemplo, podría recurrir al modelo Microsoft, por el que sancionó a este grupo por favorecer el uso de su propio navegador web, Internet Explorer, en su sistema operativo, Windows.

Otro campo en el que Google está engullendo a sus competidores es el de los sistemas operativos móviles, donde Android, que en 2009 solo estaba instalado en el 3,9% de los teléfonos, acapara ya el 84,7% de los «smartphones». Para llegar ahí ha hecho un proceso de integración vertical, posicionándose en toda la cadena de valor. No solo con su buscador, sino que también cuenta con el sistema operativo (Android) y sus propias aplicaciones (Chrome, Gmail, Google Maps) y también fabrica los terminales móviles. «Google ya está trabajando en el sector del automóvil, vital para Europa; cuando los usuarios elijan el coche por sus sistema operativo y no por la tapicería o la potencia, quizá Audi y Volkswagen pasen a trabajar para Google y Apple», avisan fuentes de la industria.

Estas prácticas derivan a su vez en la falta de interoperabilidad, es decir, que sistemas y aplicaciones no son compatibles entre sí. Así, por ejemplo, no se puede realizar una videoconferencia entre Skype y Google Hangouts, o enviar mensajes de texto de Whatsapp a Line, lo que unido a los mencionados efectos de red, da a la aplicación dominante gran ventaja.

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Ante la posibilidad de que Bruselas acote el poder de Google varios congresistas y senadores estadounidenses, tanto demócratas como republicanos, enviaron a finales del pasado mes una carta al presidente de la Eurocámara, el alemán Martin Schulz, manifestando estar «alarmados por las propuestas que parecen dirigirse a compañías tecnológicas estadounidenses, crear barreras de acceso al mercado y limitar la innovación».

El mercado único, clave

Lo que está en juego es el liderazgo de la industria tecnológica. La mencionada resolución de la Eurocámara se enmarca en la futura creación de un mercado único digital en la Unión Europea, que Juncker pretende poner en marcha en menos de un año y que engloba a 500 millones de potenciales consumidores y que podría generar 250.000 millones de euros, según las estimaciones de la Comisión Europea.

Prueba de la importancia que ha dado Bruselas al asunto es que mientras en anteriores legislaturas fueron países medianos -Finlandia, Luxemburgo y Holanda- los que ocuparon la correspondiente cartera, la comisaría de Economía y Sociedad, una de las involucradas en el proyecto legislativo, se ha adjudicado esta vez a Alemania, uno de los países de además más presión está ejerciendo sobre Google.

Washington considera que Europa, que no ha alumbrado a ningún Google, Facebook o Whatsapp por el débil clima innovador europeo, pretende proteger no a los consumidores sino a su industria, evitando que la americana se lleve un pedazo de ese millonario mercado. Sin embargo, la industria rechaza esa acusación, alegando que esa protección llegaría tarde, teniendo en cuenta que estas empresas ya tienen más mercado en Europa que en EE.UU.

«La última de Europa contra la tecnología: Reino Unido crea la «tasa Google»», titulaba esta semana, después de que Londres anunciase un tributo del 25% para atajar la evasión fiscal de las grandes multinacionales, «The Wall Street Journal», en un claro ejemplo de las posiciones de Estados Unidos.

La presencia en la Casa Blanca de los grupos de presión procedentes de Silicon Valley es cada vez mayor. Valga de ejemplo que Google ha superado ya al banco Goldman Sachs como primer donante político, al haber donado este año 1,43 millones de dólares. Y más dinero dedica todavía a hacer «lobby», en total 14,06 millones en 2013, por encima de Microsoft (10,49 millones), según datos de la secretaría de la Cámara de representantes. IBM destinó 7,06 millones, un 45,6% más, Facebook 6,43 (+61,2%), Oracle 5,99 (+4%), Intel 4,39 (+18,2%), Amazon 3,46 (+38,3%), Apple 3,37 (+71,7%), Cisco 3,12 (+16,4%) y Yahoo empleó 2,78 millones de dólares (+1%).

Muy representativa del papel que están jugando estos gigantes tecnológicos en la política americana fue la cena organizada en febrero de 2011 por el inversor John Doerr en su casa y que reunió al presidente de los EE.UU. con los «dueños de internet».

Contenidos contra redes

Barack Obama brindó esa noche con Steve Jobs (Apple), Marck Zuckerberg (Facebook), Eric Schmidt (Google), Carol Bartz (Yahoo), Dick Costolo (Twitter), Art Levinson (Genentech, Apple y anteriormente Google), John Chambers (Cisco), Larry Ellison (Oracle), Reed Hastings (Netflix) y John Hennessy, presidente de la Universidad de Stanford, incubadora de estas empresas. Los grandes ausentes, además de Microsoft, que ha demandado a Google, fueron los operadores de telecomunicaciones AT&T y Verizon, que el año pasado destinaron a la labor de «lobby» un 8,8% y un 10,5% menos que en 2012.

Obama, desgastado políticamente, ha rescatado temas olvidados en su primer mandato con los que busca salvar su imagen y allanar el camino hacia la presidencia a Hillary Clinton. Uno es la neutralidad de la Red, que defienden Google, Facebook, Whatsapp y otras tecnológicas. Quieren que internet permanezca abierto en igualdad de condiciones (velocidad, ancho de banda) a todos los contenidos y usuarios. «Se la inventaron Google, Facebook y compañía», dijo recientemente el presidente de Telefónica, César Alierta.

Las «telecos», tanto europeas como americanas, acusan a esas compañías de defender ese principio para seguir sin invertir en las redes por las que corren sus servicios. AT&T, que al igual que Comcast ha llegado a acuerdos con Netflix para ofrecer más rápido sus contenidos, ha amenazado al presidente con dejar de invertir en fibra óptica. Verizon apoyaría esa represalia.

La industria de las telecomunicaciones piden que se someta a estas empresas a la misma regulación que a ella y reclama neutralidad digital: un internet abierto pero en el que pague más quien más consuma. Las «telecos» quieren estar en todos los negocios de la era digital, y los que se basan en dispositivos móviles han sido acaparados por esos gigantes. Las autoridades, por su parte, no se habían encontrado jamás en materia de competencia con un caso como el de Google, que enfrenta a UE y EE.UU. en plena negociación de un histórico acuerdo de libre comercio.

Fuente [Abc.es]

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