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Tiene un nombre que podríamos pensar proveniente de alguna película de ciencia-ficción serie B. SpaceX Dragon, que bien pensado también podría pertenecer al sobrenombre de algún generosamente dotado actor porno asiático. Pero ni una cosa ni la otra. Es el nombre de la primera nave espacial desarrollada enteramente por la iniciativa privada que viajará hasta la Estación Espacial Internacional a la que se acoplará en las próximas semanas si todo sale bien. Por fin una noticia con pinta futurista que podremos vivir este mismo mes.
A bordo de un cohete Falcon 9 comenzará este pequeño paso para la carrera espacial, gran paso para la astronáutica privada.
Hasta ahora la exploración espacial ha estado en manos de los Gobiernos y de organismos oficiales dependientes de las diversas administraciones (NASA, ESA…). Ha llegado el momento de ceder el testigo a empresas y capital proveniente de inversores privados, independientes de las Administraciones, lo que supone una doble ventaja.
Por un lado las siempre carísimas misiones al espacio dejan de depender de los presupuestos que pagamos los contribuyentes con nuestros impuestos, lo que evidentemente supone un importante alivio en estos momentos de crisis. Por otro lado se fomenta el papel de la iniciativa privada en el desarrollo científico y tecnológico con lo que ello puede suponer en la creación de puestos de trabajo.
La nave despegará de nuestro planeta, se situará en órbita y se acoplará a la ISS.
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El lanzamiento estaba preparado inicialmente para el día 7 de mayo pero ha sido necesario retrasarlo debido a ciertas revisiones de software. No deberíamos tardar mucho en ver al SpaceX Dragon escribir su propio capítulo en el libro de la Historia Espacial.