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Este país quiere evitar las «rupturas amorosas»

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Cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció el pasado mes de junio que se divorciaba de su mujer, ningún ruso se sorprendió de que una pareja que muchos consideraban rota anunciase el final de su convivencia. En Rusia, el divorcio no es ningún tabú. Lo que resultaba extraño era tal vez que el jefe del Kremlin, un hombre opaco a la mirada de sus ciudadanos, se mostrase dispuesto a hablar de su vida privada por unos segundos. Pero justo ahora que el jefe de Estado de Rusia vuelve a estar soltero, sus ciudadanos pueden encontrarse con que el camino para perder de vista a sus respectivas parejas se vuelve más pedregoso.

putin

El primer ministro ruso, Dimitri Medvedev, ha respaldado una propuesta de varios senadores para que romper la unión matrimonial sea mucho más caro en Rusia a partir del año que viene. Se trata de evitar que la gente se tome el matrimonio a la ligera, explica Medvedev sobre la propuesta de subir las tasas judiciales del divorcio a 700 euros, cuando ahora sólo cuesta nueve euros separarse. «Mejor pensarlo bien al casarse, porque de lo contrario va a haber penalizaciones», advierte Medvedev. El nuevo coste del divorcio puede ser demasiado para algunos rusos de clase baja, cuyo salario mínimo no cubre ni la mitad de los 700 euros.

«Es verdad que a algunos les llama la atención que las parejas parecen casarse un lunes y divorciarse un martes», admite Gulnar, una joven moscovita que sin embargo no está de acuerdo con la ley. «No va a cambiar los sentimientos de los que quieren tener un divorcio. Solo empeorar el conflicto en la familia», añade con escepticismo.

Romper la unión matrimonial es relativamente fácil en Rusia, una situación que los expertos consideran un legado del régimen soviético. La URSS fue uno de los primeros países donde se admitió que las parejas se divorciasen sin esgrimir una causa concreta. Actualmente sólo hace falta una visita al juzgado en la mayoría de los casos. Si no hay acuerdo, se deja poco recorrido a la discusión y en teoría hasta se puede hacer sin contratar abogados. Todo esto provoca inevitablemente que haya una aproximación «imprudente» al concepto del matrimonio, según algunos críticos. Durante los años 30 casi un 40% de las parejas en al URSS se separaban.

Stalin ya intentó revertir esta inercia que tantas rupturas provoca, pero la actitud en Rusia hacia el divorcio siguió siendo bastante flexible. De hecho, aunque en capítulos como la homosexualidad o la ecología Rusia puede ser un país muy tradicionalista, el divorcio de Putin no ha cambiado la percepción que los rusos tienen de su presidente. Algunos analistas como Evegeny Minchenko pronosticaron antes del verano que la separación acercaría a Vladimir Putin a los electores.

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Meses después, lo que comienza a aflorar es una larga lista de rumores sobre su vida privada. El más jugoso lo destilaban las redes sociales hace unos días, asegurando que Putin se había casado junto al bucólico lago Valdai aprovechando un foro de debate en el que participó la semana pasada. Su portavoz lo calificó como «un rumor fruto del aburrimiento del sábado». Pero algunos rusos, que ya empiezan a hacer las cuentas en silencio, están deseosos de ver un nuevo capítulo de la vida sentimental de su líder.

[Fuente:.elmundo.es]

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