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La gobernación del estado Anzoátegui informó que, desde julio de 2012 hasta la fecha, se han rehabilitado 500 calles en la zona norte de la entidad; a través del programa nacional La Fiesta del Asfalto, totalizando la colocación de 207.059 toneladas de pavimento: 112.039 en Barcelona, 85.241 en Puerto La Cruz y 9.779 en Guanta.
Muchas familias se sienten profundamente agradecidas por el hecho de que los entes públicos por fin estén cumpliendo con su deber de dar calidad de vida a los habitantes del estado .
Sin embargo, tanto la gobernación de Anzoátegui como Pdvsa, el Ministerio del Poder Popular para el Transporte Terrestre, Hidrocaribe y las alcaldías de la zona norte de la entidad se olvidaron por completo de uno de los sectores más grandes e importantes del eje norte: la zona El Rincón – San Diego, aún conocida como rural, aunque en la práctica está tan urbanizada como el resto de Barcelona y Puerto La Cruz.
Desde la entrada del hospital Razetti (el más grande e importante del estado) hasta “Las Carmelitas”, pasando por El Samán, Vista Hermosa, Vista Linda, Vidoño, Putucual, Las Viviendas, La Floresta, El Canal, El Crucero, Cambural, San Diego y muchos otros lugares de urbanizaciones consolidadas, caseríos o invasiones hay más de 14 kilómetros de carretera; y hacia El Rincón la vía es interminable, incluso después de llegar a “La Toma”, “Carrasposo” o “Pekín”. Se estima que en toda esa zona viven más de 50 mil personas y sólo tienen una salida hacia la ciudad, que casualmente es la misma entrada al hospital.
La carretera está en estado de destrucción total. No hay que ir muy lejos; justo en la entrada hacia el Razetti desde la vía Alterna, sentido Barcelona – Puerto La Cruz, al doblar y entrar lo primero que se consigue es una calle que originalmente era sólo entrada pero, debido al alto tráfico vehicular y la desidia de los organismos públicos que se han negado sistemáticamente a ampliarla; se convirtió desde hace varios años en un canal de doble vía cuya capa asfáltica hace largo tiempo que dejó de ser tal para pasar a ser una suerte de campo de pruebas de vehículos todo terreno.
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Las colas para entrar y salir son de antología. En horas de la mañana, los vecinos del sector (la gran mayoría de clase trabajadora e identificados plenamente con el gobierno revolucionario) pasan un Viacrucis para llegar a sus lugares trabajo o estudios. Tienen que salir de su casa antes de las 5:00 de la mañana para poder estar en Barcelona, Puerto La Cruz o Lechería a las 8:00 ya que la cola, producto del alto volumen vehicular sumado al mal estado de la vía y lo estrecho de la salida; convierten el área alrededor del hospital Razetti en un gran estacionamiento.
Igualmente ocurre en horas del mediodía y en la noche pero, más allá de las llamadas “horas pico”, en cualquier momento del día que alguien transite por por el lugar va a estar atrapado en una cola por no menos de 20 minutos, sea saliendo o entrando.
Lo más fuerte del asunto es que las ambulancias que se dirigen al recinto hospitalario también son víctimas de esa situación y es entonces donde cabe la pregunta: ¿cuántos venezolanos han fallecido por no haber podido llegar a tiempo a emergencias debido a la cola?, al parecer nada de lo anterior le importa a las autoridades del estado, ni a Pdvsa, ni mucho menos a los alcaldes que, con tanto ahínco pregonan su socialismo y humanismo a los cuatro vientos en cada declaración que dan públicamente.
Mientras la gobernación se regodea de haber asfaltado casi 600 calles y estar a punto de llegar a las 250 mil toneladas de pavimento colocadas a lo largo y ancho del estado, la entrada del hospital Razetti se cae a pedazos bajo una interminable tranca vehicular porque sin importar cuántos medios reseñen esta situación o cuántas personas se quejen, al profesor Istúriz, por lo visto, no le ha dado la gana de arreglarla ¿será que tiene alguna razón personal para someter a tantas personas a la penuria día tras día?, esperemos que no y que sólo por la típica ineficiencia que ha caracterizado durante 15 años a la revolución.
Invitamos al gobernador a intentar entrar al Razetti cualquier día laboral a eso de las siete de la mañana, pero por favor, que vaya sin escoltas ni motorizados que le abran el paso para que ver si en ese lapso de tiempo se conduele un poquito y manda, por fin, a culminar la obra de ampliación que había comenzado la anterior administración.
¿Cuánto tiempo más tienen que sufrir estos anzoatiguenses antes que el llamado “Poder Popular” se acuerde que hay un pueblo muy grande en esa zona que espera soluciones?
Enrique Vásquez