“La Generación de la Crisis” por @gvallejob - Lea Noticias

“La Generación de la Crisis” por @gvallejob

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La mañana del Viernes 18 de Febrero de 1.983, los venezolanos despertamos del sueño y aterrizamos en una pesadilla hasta ahora sin fin. El país había cambiado de un día a otro y las consecuencias de una borrachera de endeudamiento, propia del espíritu irresponsable del nuevo rico, vinieron a decir presente con una descomunal resaca que hasta el sol de hoy nos martiriza y nos agobia sin compasión.

Ese Viernes Negro, se desató el Apocalipsis. La falta de moral, carácter, planificación y responsabilidad de los últimos dos gobiernos democráticos de entonces –el anterior y el que culminaba su ejercicio- llevaron al de turno, sorpresivamente -considerando que era año electoral- a devaluar el Bolívar de 4,30 Bs./$ a 7,50 Bs./$. ¡Al otro día, todo costaba casi el doble!

En consecuencia, se introdujo en nuestro vocabulario, y hasta ahora parece que para siempre la palabra “crisis”.

Para aquellos que pudieron, fue el día del “Adiós Miami, adiós”. Para la gran mayoría fue el inicio de un interminable padecer. Por un lado para los productores e industriales nacionales honestos, –Los otros se llenaron como nunca con RECADI y sus funcionarios corruptos- significó enfrentarse a controles de cambio, controles de precio, mercados paralelos, corrupción y pérdida progresiva de la capacidad productora. Por otro lado, para el grueso de la población, la que lo ha sufrido más, significó el inicio en su tortuoso suplicio de pérdida de poder adquisitivo, desabastecimiento, escasez, deterioro de su calidad de vida y acentuado deterioro social.

Desde ahí, una política keynesiana de monstruoso gasto público, voraz e insaciable, más endeudamiento, dinero inorgánico y controles y más controles, han sido las fórmulas “mágicas” que en general, los gobiernos siguientes han usado para enfrentar un potro salvaje que emerge como un demonio indomable que se burla de todos nosotros y nos patea el bolsillo día tras día desde hace ya casi ¡30 Años!: La Inflación.

Como ese gasto público es cada vez mayor y nuestra economía es absolutamente dependiente del petróleo, cuando los precios bajos de éste, no rinden los dólares para alimentar al monstruo, caemos en una cadena interminable de protestas sociales. Solución: ¡más devaluación!… Es como tratar de apagar un incendio con gasolina.

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La historia sin fin, el cuento de nunca acabar. Es tropezar mil veces con la misma piedra. Albert Einstein definía locura como “hacer la misma cosa una y otra vez y esperar resultados diferentes”. Parece que los ministros del área económica de los últimos 29 años no han escuchado este pensamiento…

Estos señores y sus jefes nos muestran el resultado de la aplicación de su criterio e intelecto en materia económica, mediante un registro oficial del Banco Central de Venezuela que muestra los resultados de inflación desde 1950 hasta el presente, de allí se desprende lo siguiente:

De 1.950 a 1.958: La inflación acumulada fue de 10,39%. Aproximadamente 1% anual hasta el derrocamiento de Pérez Jiménez.
De 1.958 a Febrero de 1.983 –Viernes Negro- La inflación acumulada fue de 129,7%, es decir, un promedio de 4,98% anual.
De 1.983 hasta Diciembre de 2.011: Los registros de inflación muestran un acumulado de 937,2%, es decir, la escandalosa cifra de 32.3% de promedio anual.

Sobraría decir que es preferible que no comparemos esos resultados con los de ningún otro país del mundo en períodos similares, resultaría dramáticamente vergonzoso. Creo que Eudomar Santos y su inolvidable; “como vaya viniendo, vamos viendo” lo habría hecho mejor…

Andrés López, elocuente comediante colombiano en su obra, La Pelota de Letras, hace referencia a una generación a la que pertenece y él denomina “La Generación de la Guayaba”. Ésta se caracteriza por ser influenciada musicalmente por el merenguero Wilfrido Vargas, por la introducción de los primeros dibujos animados japoneses y por haber sido alimentada fundamentalmente a punta de jugo de Guayaba.

Haciendo un paralelismo cronológico con lo que hemos vivido en Venezuela, y tomando como fecha de referencia precisa, el nefasto “Viernes Negro”, todos los que para ese momento éramos unos infantes y comenzábamos a hacer uso de la razón, hemos crecido, nos hemos desarrollado y como nadie, hemos padecido los desatinos económicos de nuestros gobernantes. Por eso es que La generación de la Guayaba habla de comedia, mientras que la Generación de la Crisis sabe de drama. Desde ese fatídico Viernes, hemos tenido que aprender a la brava.

Es por eso que cualquier Ama de casa, empleado u obrero de nuestro país, miembro de nuestra generación, entiende como nadie los principios básicos de economía y sabe lo nocivo del fenómeno inflacionario. Nosotros que hicimos “mandados” para comprar 1 L. de Leche que costaba Bs. 1,25 y ahora cuesta Bs. 5.500, sabemos de lo que hablamos. No conocemos otro sistema, siempre nos ha acompañado la “crisis”.

Para las generaciones posteriores la “crisis” es lo más parecido al pecado original, nacieron con ella, no son responsables pero injusta e irremediablemente deben pagar la “culpa” de nacer en esta ribera del Arauca vibrador.

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Para la Generación de la Crisis y las posteriores, es casi un mito, un acto heroico, el hecho de que sus padres hayan podido, con trabajos modestos y muchas veces sin profesionalización, desarrollar una vida familiar con varios hijos, haber comprado una casa o apartamento, pagado educación, carros y en algunos casos hasta viajes vacacionales. Desde la perspectiva de los hijos e hijas de la crisis, estos son logros que en conjunto parecen inalcanzables, y eso que se han preparado como ninguna otra generación, escucharon hasta la saciedad “Uds. Son el futuro” y por eso y para ello, se han formado académicamente como ninguna otra.

Lo curioso es que la crisis, por definición, debería ser una situación coyuntural, algo transitorio, impredecible pero superable. Es por eso que uno no logra comprender como ha llegado a rivalizar con Matusalén. Es algo sencillamente intolerable e inaceptable, sobre todo en un país de tantos y tan variados recursos.

Este tiempo, entre otras cosas nos ha llevado a perder la capacidad de asombro, pero nunca la fé, y aunque cada vez sea más difícil y no se vislumbre la salida, NO renunciamos a nuestros sueños y esperanzas, llegará nuestro momento, nuestra oportunidad para hacernos escuchar y encontrar la salida de este tenebroso laberinto. Como cantaba Lavoe, ¡Cuándo llegará el día de “nuestra” suerte!

Fuente:

Gonzalo Vallejo

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@gvallejob

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