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Los seres humanos ¿somos promiscuos por naturaleza?

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Para ser una institución sagrada, el matrimonio funciona fatal. Más de la mitad termina en divorcio, cada vez menos parejas deciden formalizar su situación y las estadísticas muestran que los cuernos ganan a la fidelidad. ‘La monogamia es un instrumento económico, surgido con el descubrimiento de la agricultura en el Neolítico’, sostiene el doctor en Psicología Christopher Ryan.

En numerosas tribus de indios del Amazonas las mujeres buscan tener relaciones con varios hombres para que el bebé herede lo mejor de cada uno: el mejor cazador, el más gracioso, el más fuerte y el mejor contador de historias. Estas relaciones múltiples se prolongan durante el embarazo. Así, los bebés nacen con una madre y múltiples padres. Todos ellos son responsables de participar en la crianza de sus hijos. Los mosuo de China viven en un matriarcado donde las mujeres reciben en sus chozas a amantes diferentes cada día; la paternidad no tiene importancia para ellos.

Las excavaciones indican que en la Prehistoria los seres humanos vivían en grupos pequeños donde no existía la propiedad. Se compartía la caza, el refugio, la crianza de los hijos y también la actividad sexual. Esto maximizaba las posibilidades de supervivencia del grupo.

En el caso de los gorilas, los machos luchan entre sí hasta que uno de ellos termina expulsando a los demás y tomando posesión de un harén de varias hembras. La vida de los bonobos, que solo se diferencian genéticamente en un 1,6% de nosotros, es una orgía constante; todos los machos copulan con todas las hembras, que no tienen celo ni presentan signos externos de ovulación, igual que en los humanos.

Ryan cita un pasaje del Kamasutra: ‘Nunca puede quedar saciado el fuego por muchos troncos, ni el océano por los ríos que hasta él fluyen, ni la muerte por todas las criaturas del mundo, ni una mujer de ojos brillantes por ningún número de hombres’. En general, en el sexo los hombres son más rápidos, y tras el orgasmo pierden el interés y las fuerzas. Las mujeres necesitan más tiempo para quedar satisfechas. Quizá las mujeres no necesiten más tiempo, sino más hombres.

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La liberación de la mujer y las sociedades igualitarias occidentales están abriendo las puertas a otra sexualidad. Los intercambios de parejas han salido de la clandestinidad. El poliamor es ya un fenómeno social que se extiende por EEUU, Canadá y toda Europa: personas que forman parejas abiertas en las que pueden mantener relaciones sexuales con otros. O bien, tríos o cuartetos que funcionan como unidades familiares, compartiendo su cama, sus vidas y sus hijos.

(Fuente: Quo.es)

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