Esta monja tiene un problema, sí, le gusta jugar, apostar, invertir en el azar, es ludópata según la definición más técnica. El detalle es que decidió usar el dinero de los feligreses de las iglesias rurales en las que trabajó en los Estados Unidos para irse de juerga al casino y gastarlo todo en máquinas traganíquel, ya que, para mala suerte de ella, no tuvo ganancias.
La hermana Mary Anne Rapp de 67 años, está bajo tratamiento psiquiátrico para ayudarla a lidiar con su situación, pero igualmente continúa enfrentando cargos criminales por robos cometidos en las iglesias de St. Mary y St. Mark.