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¿Le conviene a España no tener inflación?

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El costo de la vida subió en España apenas un 0,3% durante el año 2013, la tasa más baja registrada, al menos desde que el Instituto Nacional de Estadística empezó a elaborar el Índice de Precios de Consumo en el año 1961.

El dato tiene su explicación. España vive el periodo más profundo de depresión del consumo de las últimas décadas y, por lógica económica, en un contexto así el precio medio de los productos que componen la cesta de la compra de los españoles debía tener a un cierto ajuste.

Esto no se ha reflejado antes en el IPC principalmente por el efecto de las políticas de los gobiernos, que han desencadenado el mayor proceso de subidas de impuestos, tasas y precios regulados de los últimos años, elevando artificialmente la inflación por encima del que hubiera sido su nivel normal sin esta intervención.

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Pero el año 2013 podría no quedarse en una curiosidad estadística y sí convertirse en el punto de arranque de un periodo más o menos prolongado de estancamiento de los precios en España, alimentado por la atonía del consumo de los hogares y por la pérdida de la mayoría del margen para afrontar nuevas subida de impuestos o precios regulados.

Así lo entendió el servicio de estudios de Barclays que en su último informe global de previsiones (gráfico 42) augura una congelación total de los precios en España durante los próximos dos años, con una evolución que sería de un inapreciable 0,2% en 2014 y del 0,0% en 2015.

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Los institutos de análisis españoles han sido más moderados en sus previsiones sobre el futuro comportamiento de la inflación y la han situado en su mayoría en el entorno del 1%…aunque empiezan a variarlas. El último en hacerlo ha sido el Servicio de Estudios de Funcas, que este miércoles ha anunciado una rebaja de dos décimas de su previsión de inflación para este año hasta el 0,7%.

Ventajas e inconvenientes

¿Qué consecuencias tendría para España esta congelación de precios? Muchas y diversas.

Empecemos por las positivas. La primera de todas es, según pone de manifiesto la investigadora de Funcas, María Jesús Fernández, que los salarios dejarían de perder poder adquisitivo. Según una estimación realizada por UGT a partir de datos del INE, en los últimos tres años los sueldos han perdido un 6,5% de poder de compra.

Y éste es el mejor de los casos, el de las personas que han logrado mantener un salario. En el caso de los que han perdido su empleo la pérdida de poder de compra ha sido muchísimo más profunda, lógicamente.

En una España sin inflación ese deterioro real de los salarios se detendría.

Este fenómeno puede tener dos ventajas adicionales con relevancia sobre la economía. La primera es que facilitaría la política de contención salarial de las empresas, por tanto el control de sus costes laborales y, en última instancia, su competitividad a nivel europeo.

La segunda es que facilitaría, o al menos no complicaría más, una cierta reactivación del consumo de los hogares.

Esta lectura sería también extensible a las pensiones públicas, uno de los factores que más está tensionando el presupuesto público y cuyo gasto podría evolucionar de manera mucho más contenido en un entorno de no inflación.

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Hasta aquí la parte positiva. La negativa sería que complicaría la resolución de uno de los principales problemas que arrastra la economía española: la devolución de las deudas pendientes.

Según un estudio realizado por ESADE, tradicionalmente los procesos de desendeudamiento se han resuelto de forma pasiva: en un 75% gracias al efecto de la inflación y en un 25% gracias al crecimiento real de la economía.

El primer efecto de una España sin inflación sobre la deuda es que al crecer menos el PIB, el ratio deuda pública/PIB se incrementaría.

Si uno está pagando un crédito con un tipo de interés del 2,5% en un contexto de inflación del 2% el esfuerzo real sería del 0,5%, pero con una inflación del 0%…

Por ello, como pone de manifiesto ESADE «con la inflación muy baja y sin apenas crecimiento de las rentas reales, la única forma de reducir la deuda es mediante su amortización, algo que dificulta el proceso, provocando más efectos negativos sobre la economía».

[Fuente: lainformacion.com]

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