Nuestra Óptica: "Lo que Insulsa y otros chulos olvidaron", por @lodicetodo - Lea Noticias

Nuestra Óptica: «Lo que Insulsa y otros chulos olvidaron», por @lodicetodo

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Geronimo-FigueroaDecía mi madre, de malagradecidos está lleno el mundo. Y eso es precisamente lo que ha ocurrido con algunos personajes de la política latinoamericana. En los cuarenta años de democracia que vivió Venezuela fueron muchos los perseguidos políticos que encontraron refugio en nuestra patria. Aquí recibieron asilo territorial, facilidades para trabajar y oportunidades de estudios para sus familias.

Hoy esa democracia está siendo liquidada para imponer un estado autoritario de pensamiento único y comunista. Quienes se beneficiaron directa e indirectamente de la solidaridad democrática venezolana, hoy voltean la mirada para otro lado o simplemente lo justifican por el petróleo y otras ayudas recibidas del régimen chavista durante 15 años.

Vamos a mencionar algunos de los miles de casos de perseguidos políticos que fueron protegidos por la democracia venezolana de manera solidaria junto con su familia y cuando la democracia volvió a sus países de origen, muchos se regresaron y otros hicieron de Venezuela su casa. Algunos de los que regresaron a sus países, al igual que sus compañeros de lucha, por unas cuantas dádivas bolivarianas se olvidaron de lo solidaria que fue de la democracia venezolana.

En 1975 Orlando Letelier (compañero de partido de Insulsa) excanciller y ministro de la Defensa de Salvador Allende, acumulaba año y medio de prisión en una base naval ubicada al sur del Chile donde fueron recluidos los altos mandos del gobierno de izquierda. Su amigo personal Diego Arria, entonces gobernador del Distrito Federal, con la autorización del presidente Pérez gestionó con la delegación diplomática chilena en Caracas un encuentro con Pinochet y logró que autorizara su salida de territorio chileno. Letelier vino a Venezuela acompañado por varios funcionarios del gobierno de Allende y otros ciudadanos chilenos, argentinos y uruguayos que huyeron de las dictaduras en el Cono Sur.

La maestra uruguaya Elena Quinteros (compañera Tupamaro de Pepe Mujica), el 5 de julio de 1976 alcanzó a pisar el jardín de la Embajada venezolana en Montevideo, pero Policías y militares la arrastraron de vuelta en contra de la voluntad del personal diplomático venezolano. Inmediatamente el presidente Pérez rompió relaciones con Uruguay. Los restos de Quinteros nunca fueron encontrados. Igualmente el 14 de diciembre de 1977, Venezuela concedió asilo a Luis Pérez Santiago, Alberto Federico Herrera, Luis Felipe Cornejo, Graciela Gallardo y María Cristina Herrera, miembros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Chile y aliados de lucha de Insulsa, quienes se colaron en una fiesta oficial de la Embajada Venezolana en Santiago con invitaciones falsas al burlar la persecución de los esbirros de Augusto Pinochet.

Casi simultaneo, seis cubanos lograron ingresar a la Embajada venezolana en La Habana tras escapar del asedio a tiros de la policía de Fidel Castro. Igualmente cuatro militantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua (compañeros de lucha de Daniel Ortega) aterrizaban en territorio venezolano en un avión militar nacional y fueron protegidos por esa democracia que hoy están destruyendo poco a poco.

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El 22 de julio de 1988, el derrocado presidente de Haití Leslie Manigat y su esposa Mirlande aterrizaron en territorio venezolano tras ser expulsados por un golpe militar y el gobierno de Jaime Lusinchi les otorgó asilo político. Los Manigat ya habían vivido en Venezuela a finales de los setenta y principios de los ochenta cuando eran perseguidos por la dictadura de François “Papa Doc” Duvalier.

Y el 30 de junio de 1989, el presidente Carlos Andrés Pérez concedió refugio político a 11 etarras, entre quienes estaba Arturo Cubillas Fontán.

Ahora bien, los venezolanos no estamos pidiendo que hagan por nosotros lo que es nuestra responsabilidad, solo pedimos solidaridad a cambio de la que dimos en el pasado, no solo en materia de asilo sino que nuestros lideres democráticos contribuyeron de manera directa en el restablecimiento democrático en los países centroamericanos y Suramericanos que estaban infectados con botas militares.

Por: Gerónimo Figueroa / @lodicetodo

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