En un curioso ejemplo de que la percepción subjetiva poco tiene que ver con la realidad, experimento demuestra que personas poderosas se ven a sí mismas más altas de lo que son.
El poder y la altura no siempre van de la mano y numerosos son los ejemplos históricos que así lo demuestran. Pero, en otro sentido, no deja de ser sumamente primitivo esperar que una persona con poder sea también alta y corpulenta e imponente, como si creyéramos todavía que esa compleja noción de poder que el género humano ha desarrollado depende directa y proporcionalmente de la presencia física.
Pero, contra toda evidencia, parece que esto es así. Que ciertos resabios de animalidad perviven en nosotros, haciéndonos creer, al menos en este caso, que mayor poder y mayor estatura son circunstancias totalmente consecuentes entre sí.
En un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Washington en San Luis, se demostró que personas poderosas siempre encuentran una manera de sentirse altos, incluso si se les hace ver que esto es únicamente una idea suya.
En tres experimentos, probamos la predicción de que la experiencia individual del poder influye en la percepción de su altura propia. De poco a mucho poder, este se asoció con una estimación menor de la altura de un poste en relación con el sujeto mismo (Experimento 1), con mayores estimaciones de su propia altura (Experimento 2) y con la elección de un avatar más alto para representarse a sí mismo en juego de vida virtual (Experimento 3).
Los investigadores encontraron además que estos resultados se sostenían si los participantes estaban psicológicamente predispuestos a sentirse poderosos y si se les hacía sentir así en un experimento de roles.
Así las cosas, quizá este experimento demuestre también que el poder es, en esencia, un estado o una percepción psicológica.