A pesar de que las actividades se retomaron (a “media máquina” porque las pinturas estaban endurecidas en las pistolas y algunos metales corroídos, por la inactividad), la directiva evalúa el cese de la empresa en Venezuela.
Se pudo conocer que la familia Behrens (representantes de la marca en el país) está a favor de la permanencia de la compañía, pero los socios nipones quieren irse, por los conflictos laborales, la baja de la producción y las dificultades para abastecer el mercado local. Últimamente, las importaciones de las partes son complicadas no solo por las restricciones de divisas, sino como efecto del terremoto en Japón.
“El sindicato está dispuesto a conversar, porque los directivos incumplen varios puntos de la contratación colectiva. Si no somos escuchados, tomaremos la empresa”, afirmó a Emen Richard Guevara, secretario general de Sintratoyota. Se espera una reunión en las próximas horas.
Lo cierto es que Toyota ha dejado de ensamblar 1.200 carros en las últimas 6 semanas. De un tiempo a esta parte, el grueso de las inversiones de la Casa Matriz se está dirigiendo a la planta en Brasil y a Colombia, aparentemente por falta de interés en Venezuela.
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