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En Venezuela cada época del año tiene sus tradiciones, ya sean religiosas culturales, sociales y hasta gastronómicas, algunas son comunes a todo el país otras son locales. Muchas se han perdido aún cuando hay las que al pasar de los años se siguen conservando.
De acuerdo con los ritos católicos, el período de Semana Santa, también conocido como Semana Mayor, son días de no consumir carnes rojas, por ello la gente prefiere comer pescado y otros frutos del mar preparados de distintas maneras lo cual necesariamente ofrece una gran variedad culinaria.
Es muy usual en estas fechas el delicioso cuajao que en el oriente venezolano se prepara principalmente con cazón fresco o salado. En su defecto, o por escasez del mismo, se pueden usar otros pescados como el loro, el atún, la curbina y el chucho, de exquisito sabor cuya preparación también se conoce como pastel de chucho.
En el llano, a falta de pescados de río, se hace el cuajao de morrocoy, lapa y chigüire. Por supuesto el sabor es completamente distinto pero la preparación es casi igual y todos llevan poco más o menos los mismos ingredientes.
En los pueblos andinos donde las costumbres religiosas son más arraigadas, la usanza es el consumo de lo que se conoce como los siete potajes, comida que se realiza el jueves santo cuando se almuerza con siete preparaciones que combinan lo salado con lo dulce entre sopas de arvejas o lentejas, pescado, ensalada, arroz, pastas, gallina, encurtidos, truchas, jugo de frutas, quesadillas, tortas y otros dulces. La tradición asegura que comer estos siete potajes asegurará el tener comida durante todo el año.
También es típico de esta época comer dulce de lechosa, buñuelos elaborados con yuca y miel, dulce de cabello de ángel y el tradicional y exquisito arroz con coco.
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Otra costumbre en este tiempo, para aprovechar los fuertes vientos que soplan en la cuaresma, la gente, en especial los niños y adolescentes, aprovecha de poner a volar sus papagayos, cometas o volantines como lo denominan en el estado Zulia.
Aunque ya casi no se ve, solo se hace en algunos pueblos que están cerca del mar, los hombres acostumbran “echar cocos”. Para ello golpean uno con otro hasta que se rompa alguno. El juego lo gana el que logra mantener su coco intacto y se toma el agua que queda del perdedor.
La tradición que no se pierde es la de la quema de Judas que forma parte de la cultura urbana, por ello se ve en ciudades y pueblos bastante habitados. Consiste en elaborar un muñeco, rellenarlo con paja, retazos de tela y muchos fuegos artificiales. Generalmente se le pone un nombre y se aprovecha para “quemar” a políticos, delincuentes o cualquier otra persona o hecho que se considere dañino para la sociedad.
Antes de la quema del Judas se lee su testamento lleno de burlas, ironías y sátiras que son recibidas por el pueblo con satisfacción formándose un gran jolgorio.
Por supuesto los fieles católicos llaman a asistir a la iglesia y participar en las procesiones que recrean la pasión y muerte de Jesucristo.
Gliceria Gil / @glimargica