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Y ahora que me separé, ¿Cómo sigo con mi vida?

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Cuando dos personas forman una familia, forman un ideal, un proyecto y obviamente ese proyecto apunta a lo que apuntamos todos los seres humanos que es a ser felices.

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Ahora, ¿qué sucede cuando eso no funciona?. Hay separación, y llega el duelo por ese ideal que se ha roto; muchas parejas logran transformar ese duelo llegando a la conclusión que los dos no funcionaron, porque como decimos siempre: “El tango se baila de a dos”. No hay culpables ni inocentes, sino que cada uno hace algo que retroalimenta la conducta del otro.

Antes de una separación física hay un divorcio emocional, nadie se separa de un día para el otro, físicamente hablando, sino que antes hubo un proceso de distanciamiento, de pérdida del amor romántico, o de rutinización, de peleas, que hicieron que la pareja se vaya separando hasta lograr la separación completa.

Cuando la persona se separa empieza a experimentar determinadas conductas, como por ejemplo volver al pasado, comenzar a recordar el pasado. Y ese retroceso al pasado, es como cuando uno maneja y mira por el espejo retrovisor, dicen que uno avanza mirando hacia atrás, entonces la persona empieza a querer construir un nuevo mañana pero sin olvidar ese pasado. Cuando miramos hacia el pasado y recuperamos las cosas buenas que vivimos en la pareja y también las cosas malas, entonces dejamos de divinizar al ex, o de satanizarlo.

La mayoría que inicia la separación son las mujeres, pero los que forman pareja más rápido son los hombres y en general con alguien mucho menor. Aunque esto no significa que cuando uno forma pareja cerró ese duelo; cuando uno queda estancado no va a poder formar una nueva pareja.

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Otro elemento importante a nivel psicológico, es que uno empieza a descubrir quién soy yo sin mi pareja. Cinco, 10, 20 años juntos viviendo de una manera, con un piloto automático. Entonces la persona comienza a recuperar cuantas cosas quedaron en el pasado, olvidadas, encajonadas.

La persona comienza a tener diferentes amistades, a probar nuevas cosas, porque empieza a ensayar nuevamente quién es, y por otro lado aparece esa ambivalencia que mencionábamos antes, sentirse culpable y a la vez decir: “No, la culpa la tuvo el otro”.

Los divorcios y las separaciones tienen que ser positivas, el ideal es de común acuerdo, con menos abogados posibles en el medio, especialmente cuando hay chicos en la pareja y sobre todo si son muy pequeños, para que no queden atrapados en una triangulación, o sea en medio de ambos.

Tenemos que resguardar el proceso de separación, consultarlo con el terapeuta, con un buen abogado si es necesario, por supuesto, pero resguardarnos de los comentarios de aquellas personas que alimentan el odio, la venganza o el resentimiento.

Hay que aprender de los errores, no echarnos la culpa, ni tampoco la disculpa, saber que en la pareja ambos dos funcionaron en cosas buenas y en cosas malas. Hay que cuidar bien a los niños y animarlos a que respeten a ambos papás. Uno se separa como pareja, nunca se divorcia como padre, la paternidad es eterna y tenemos que cuidarla, porque nuestros hijos nos necesitan a ambos.

[Fuente: Diariouno.com.ar]

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