‘Oeste Sin Ley’ por @Emilio_Guzman - Lea Noticias

‘Oeste Sin Ley’ por @Emilio_Guzman

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Desde hace algunas décadas hablar de inseguridad en Caracas o en cualquier otra ciudad de nuestro país eran temas de interés y de eterna discusión, los lunes cuando los voceros de la Policía Científica daban el boletín oficial de violencia y muertes, eran instantes de reflexión en los senos familiares; sin embargo y pese a este mal que se apropiaba de las urbes, siempre la población, en su gran mayoría se agrupaban donde se encontraba el centro del poder, o en los Estados donde se explotaba petróleo, hierro u otro mineral que les dieran garantía de empleo. Millones de venezolanos que emigraron de sus campos, de sus caseríos, de esos terruños donde se respiraba paz, ciertamente llegaban a Caracas pero solo podían alojarse en los cinturones de miseria, en los "cucuruchos" de un cerro en Petare o Catia que a pesar de tener el mayor índice de inseguridad personal, les seria mas fácil conseguir un trabajo y satisfacer las necesidades de los miembros del hogar.

Pero los tiempos cambiaron y esa esperanza que apostaron en medio del desarrollo, poco a poco fue desapareciendo, el incremento de la delincuencia, los asesinatos, los robos, la proliferación del consumo y la distribución de las drogas, fue el detonante para que muchas familias buscaran regreso a la provincia, el que alcanzó la jubilación o percibió algunos realitos provenientes de un finiquito laboral, busco la tranquilidad de los municipios y las parroquias donde el índice delictivo era cero. Dentro de esos destinos pacíficos se encontraban los pueblos del Oeste del Estado Anzoátegui, en Sabana de Uchire, Guanape, El Valle, Clarines, Onoto o Puerto Piritu, la gente dormía con las puertas abiertas, los policías eran muy pocos pero existía respeto y quien echaba vaina era sancionado; Dios libre que estuviese un menor de edad sin su representante después de las 9 de la noche en las calles, no solo era llevado a la prefectura, sino que su representante debía comparecer e incluso podía pagar con arresto la falta de supervisión de sus menores. El delito predominante era el robo de gallinas y siempre el pillo además de ser descubierto, lo obligaban a pagar hasta 20 veces el costo del animal.

Pero toda esa tranquilidad se perdió de nuestros pueblos, en los últimos 15 años emergió una "malandramenta" que perturba la paz ciudadana y mantiene en jaque la vida y los bienes de los vecinos. Los Cuerpos policiales de manos atadas, carentes de radio-patrullas, uniformes, chalecos, armas obsoletas, funcionarios sub-pagados que les descuentan del sueldo para financiar al partido de gobierno y las motos o camionetas en buen estado quedan para cachifeo de los altos funcionarios.

El hampa se adueño de las plazas Bolívar, las convirtieron en bares a cielo abierto y pistas de motociclistas, mientras alcaldes y directores de alcaldías son los primeros participantes de estas orgias públicas.

¿Con que animo el funcionario honesto combate el hampa?, cuando son las mismas autoridades superiores que apadrinan el bandidaje, ejemplo de esto es en Bruzual, Capital Clarines, donde es el circulo nepotico del alcalde quienes ordenan a los policías liberar a narcotraficantes aunque hayan sido aprehendidos de forma flagrante con drogas, sin ponerlos a la orden del ministerio público, esos ejemplos han llevado a la mayoría de los gendarmes municipales a corromperse, a practicar allanamientos sin orden judicial, apoderándose de objetos provenientes del delito, al constante matraqueo y lo peor de todo arrastrar cual "coleto" la imagen de la institución policial.

La situación es grave y en esta materia el próximo gobierno tendrá una misión titánica pero no imposible de cumplir, siempre y cuando se despartidicen los cuerpos policiales, se privilegie la educación, existan incentivos y logística policial y sobretodo que el ciudadano común deje de ser cómplice en muchos de los desmanes que ocurren en su comunidad. Si reconocemos que el actual gobierno fracasó rotundamente en materia de seguridad, también debemos auto-evaluarnos, ¿Qué hicimos como ciudadanos? ¿en que ayudamos para que la función policial sea decente?

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Por: Emilio Guzmán Rojas

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