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La pregunta con la cual iniciamos este artículo es necesaria e inclusive vital, ¿cuántos diálogos son?, porque en verdad pareciera en el país se generan una serie de conversaciones distintas gracias a la multiplicidad de factores que se mueven en el ambiente nacional.
Cuando los voceros de la Mesa de la Unidad Democrática dicen que el diálogo es torpedeado por un factor “militar y radical” del Gobierno está diciendo una gran verdad, porque en innumerables ocasiones hemos visto que mientras Nicolás Maduro, en su calidad de presidente, dice una cosa más atrás ramplonamente Diosdado Cabello u otro vocero dice totalmente lo contrario.
Fue el alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez, quien de plano aseveró que no era punto de discusión la liberación del comisario Iván Simonovic, ¿Qué juego es el que lleva adelante el gobierno?
A veces las posiciones contradictorias que emanan de la cúpula del poder nos hacen pensar que en Miraflores están jugando al policía bueno y al malo, no obstante cuando caen en divergencias de mayor tono, que alteran los ánimos de la calle, luce que en verdad existen dentro del Ejecutivo dos posiciones, dos visiones diferentes de la actual realidad del país.
Los factores de la alternativa democrática, creo que tardíamente, decidieron pararse de la mesa de diálogo y endurecer las condiciones mínimas para reanudar las conversaciones políticas entre ambos sectores. Esto era justo y necesario.
Desde el primer momento el gobierno no ha dejado de reprimir a los estudiantes, desde la hora misma que se acordó dialogar el régimen no ha cesado en su afán de construir un modelo político y de Estado excluyente y totalitario, y eso lo vemos con el tema de la Resolución 058 y otras decisiones autoritarias.
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Cuando la MUD levanta la frente y dice “hasta aquí aguanto” es una posición de dignidad política y de responsabilidad ética para con el país, porque mucho antes que los representantes de la Unidad lo habían hecho los estudiantes y la sociedad popular del país que se encuentra activa en la calle manifestándose en contra de un régimen empobrecedor.
La división del diálogo va más allá entre las diferentes posiciones del Gobierno, sino que se vive de dos maneras dentro de la misma alternativa democrática, por un lado los factores políticos que democráticamente tratan de agotar todos los canales de entendimiento plural y político lo conciben de una forma y por otro la muchachada rebelde que se mantiene en las calles expresándose con ahínco y sobrada voluntad.
Existe el diálogo de las cárceles, ¡sí, el de las cárceles! Ese que efectúa el Gobierno en contra de los estudiantes detenidos y lo llevan adelante mediante los canales de la tortura y el lenguaje del oprobio.
El diálogo que al final clama la nación entera es uno que regrese a los anaqueles de los mercados el azúcar, la leche, el pollo, es aquel que permita que aparezca en los frigoríficos la carne de res, es aquel que permita a los venezolanos salir a la calle sin miedo a que lo asesinen, el diálogo que la gran mayoría de los venezolanos aspira es aquel que cambie radicalmente la forma de ver y de trabajar desde el Estado por el país, la transformación del sistema actual que nos ha llevado a la miseria actual.
Antonio Barreto Sira / @barretosira