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Cinco cosas en las que puedes gastar tu dinero para ser feliz

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Somos seres contradictorios. Los únicos animales que pueden distinguir entre lo que es bueno y lo que es malo para nosotros y al mismo tiempo los que no dejan que estas ideas alteren su comportamiento. Sabemos que debemos hacer ejercicio, pero no lo hacemos. Sabemos que debemos alimentarnos mejor pero no lo hacemos. Lo mismo ocurre con el dinero, señala el profesor de marketing de la Escuela de Negocios de Harvard Michael Norton. Sabemos que el dinero no da la felicidad, pero aún así buscamos por todas las vías posibles incrementar nuestros ingresos. ¿Por qué?

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Norton acaba de lanzar al mercado el libro escrito junto a su compañera Elizabeth Dunn Happy Money: the Science of Smarter Spending (Simon & Schuster), en el que, además de explicar en qué debemos gastar nuestro dinero si queremos ser más felices, descubre el rol que juega el dinero en nuestras vidas. Si queremos tener más y más ceros en nuestra cuenta corriente, es porque esto proporciona una sensación de que estamos avanzando en nuestros proyectos personales. Según Norton, el dinero es una manera de cuantificar nuestros progresos, de igual manera que puede serlo el tamaño del coche, de la televisión o los metros cuadrados de tu casa, y por eso nos obsesionamos tanto con él.

Podríamos pensar en lo felices que nos sentimos o en lo orgullosos que nos encontramos con nuestro papel, pero no lo hacemos. ¿Por qué? Porque otros factores son difíciles de cuantificar y, por lo tanto, “no parecen matemáticas”. Pero estamos equivocados si hacemos eso, ya que el bienestar se encuentra en otro lugar, afirma el autor. En una entrevista con Business Insider, Norton defendía que había que “dejar inmediatamente de contar el dinero que tenemos y empezar a pensar qué vamos a hacer con él”. En pocas palabras, “lo que haces con tu dinero y tu tiempo es mucho más importante que el dinero y el tiempo que tienes”.

En qué gastar nuestro dinero

Según propone el libro, el dinero sí puede dar la felicidad sí sabemos en qué invertirlo. Es muy difícil llevarlo a cabo, recuerdan los autores, pero puede marcar la diferencia. Como asegura Norton, tan sólo un 5% de la sociedad piensa realmente que la vida sea larga y sencilla, mientras que el 95% restante piensa que esta es corta y dura. Pues bien, ese pequeño porcentaje de personas que consideran que la vida es mejor de lo que muchos piensan es precisamente el que vive una vida más plena.

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En la introducción del libro, se afirma que buscar ganar más dinero no sólo no tiene ningún efecto sobre nuestra felicidad real, sino que además puede resultar contraproducente, ya que nos lleva a adoptar comportamientos incompatibles con el bienestar. Por ejemplo, amasar más dinero implica que no nos preocupemos por los demás, precisamente uno de los factores que conducen a la felicidad. Como se proponen en el libro los autores, nuestro objetivo no debería ser aumentar nuestros ingresos sino saber en qué gastamos el dinero que tenemos disponible, sea poco o mucho.

Norton y la coautora Elizabeth Dunn, profesora asociada de psicología en la Universidad de British Columbia, distinguen cinco tipologías en las que podemos gastar nuestro dinero para ser más felices. ¿Cuáles son?

Las experiencias. La mayor parte de compañías modernas son muy conscientes de que vender productos, en el siglo XXI, ya no es suficiente. Ahora, todo lo que se pone a disposición del consumidor, sea un viaje o unas pinzas de la ropa, debe llevar asociada una “experiencia” que goce de unas connotaciones más cercanas a lo emocional que a lo práctico. Norton y Dunn refrendan este punto con datos estadísticos, a través de los cuales afirman que el 57% de los americanos manifiestan sentirse más felices cuando adquieren “productos experienciales” por un 34% que expresaba lo contrario. Este tipo de adquisiciones suelen ser catalogadas como “dinero bien gastado”, aunque en el pasado hayan gozado de mala fama al tratarse, en teoría, de cosas que no duraban en el tiempo.

Conviértelo en un regalo. ¿Cómo debemos gestionar en lo que gastamos el dinero si queremos que esto tenga un efecto positivo sobre nuestro ánimo? Organizándolo de tal manera que el acceso a determinado objeto o experiencia sea percibido como un regalo, aunque nos lo hagamos a nosotros mismos. Norton utiliza el ejemplo de las series de televisión para explicar dicha idea. Tendemos a visualizar de manera completa una serie en una única tarde, en un pesado maratón en el que terminamos fatigados de aquello que antes de comenzar se presentaba como algo atractivo. Pero estamos equivocados al hacerlo así, ya que es como pegarnos un atracón durante la cena. Si somos capaces de ver capítulo por capítulo, a lo largo de diferentes días, disfrutaremos mucho más de la experiencia.

  • Compra tiempo. No cabe duda de que el tiempo es uno de los recursos más valorados en la sociedad contemporánea. Se podría pensar que son precisamente aquellos que gozan de una mayor riqueza los que disponen de más tiempo libre, pero Norton indica que no es así. Es más, es totalmente al contrario: los más adinerados suelen emplear su tiempo de esparcimiento en actividades altamente estresantes y que no reportan ninguna satisfacción personal, como ir de compras, mientras que han de trabajar durante largas jornadas para mantener su estatus. Por el contrario, es la sensación de tener todo el tiempo del mundo lo que marca la diferencia. Son estas personas las que más hacen ejercicio o ayudan a los demás, ya que al contario de los ricos estresados, sienten que tienen tiempo libre y que lo pueden dedicar a actividades diferentes.
  • Paga ahora y consume más tarde. Quizá este sea uno de los puntos más chocantes de la enumeración realizada por los autores, dado que vivimos en una sociedad en la que lo habitual es consumir ahora y pagar más tarde. Según diversos estudios, retrasar el momento de disfrute del producto aumenta el placer. Es el llamado “factor babeo” o “drool factor”. Como ocurre con la comida, cuanto más tiempo hayamos pasando oliendo lo que vamos a consumir, más disfrutaremos de la comida cuando finalmente nos la llevemos a la boca.
  • Invierte en los demás. Se ha repetido en infinidad de ocasiones, pero Norton y Dunn lo recuerdan una vez más: gastar dinero en los que nos rodean es el camino más rápido para sentirnos bien. “Al final del día, aquellos individuos que gastaron dinero en los demás eran de manera mensurable más felices que aquellos que gastaban su dinero en sí mismos, incluso aunque no hubiese ninguna diferencia entre ambos al comienzo del día”. No se trata de caridad, sino de otorgar un significado emocional al dinero que empleamos.

Fuente: Elconfidencial.com

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