Cocodrilos de Caracas, el equipo que arrancó la campaña con una renovación en su plantel y que estuvo a punto de quedar eliminado en las dos fases previas de los playoffs, se creció en la final y contra todo pronóstico reclamó el título de campeón de la LPB, al vencer al favorito Marinos de Anzoátegui 61-63 en el séptimo partido de la serie en Puerto la Cruz.
El conjunto saurio alzó la quinta corona de su historia, a base de coraje y en un ambiente que le fue muy hostil. El equipo pudo reponerse a una desventaja de 10 puntos en el segundo cuarto, con defensa y la producción de Andre Emmett y Carl Elliott, quienes aportaron 26 y 16 puntos, respectivamente.
Fue una batalla en las que los dos conjuntos lo entregaron todo en cancha, pero lamentablemente el partido no pudo finalizar en condiciones normales. Tuvo que ser confiscado cuando restaban tres segundos, porque el público del gimnasio Luis Ramos comenzó a lanzar objetos contundentes a la cancha, luego de que el alero de Marinos, Leon Rodgers, echó afuera un balón ante la marca de Emmett y Elliott.
A la directiva de Marinos y a los cuerpos de seguridad, antes de que empezara el encuentro ya se les había ido de las manos el control de las personas. Los aficionados forzaron una puerta que da hacia las gradas y por allí empezaron a pasar y a ocupar puestos que nos les correspondían. Lo que empezó mal, terminó mal. La anarquía se apoderó del recinto y el orden no se puedo restablecer en los 15 minutos reglamentarios.
La sanción automática ante la confiscación del juego es que el próximo se jugará a puerta cerrada y se deberá cumplir en la próxima zafra.
Cocodrilos no ganaba un partido de playoffs en Puerto La Cruz desde 2010 y en ese lapso exhibía marca de 1-10. Qué manera de poner fin a esa racha.
Fuente: Liderendeportes.com