Parafraseando a Lord Acton, el poder desgasta el cuerpo y el espíritu y el poder absoluto desgasta absolutamente. El presidente Chávez tiene 14 años sometiendo a su organismo a un enorme desgaste físico y
mental, ya que su estadía en el Palacio de Miraflores ha sido una prolongación, por otras vías, del intento fallido de golpe de estado del año 1992, con todo el estrés y la presión que implica enfrentarse al imperio gringo, a la oligarquía local, a la ineficiencia de su modelo y a la paranoia de un individuo que desconfía hasta de su sombra.
Chávez nunca se planteó ser un presidente que tendría la misión de realizar un buen gobierno para superar los problemas del país y dar paso a otro gobernante, de acuerdo a las reglas del juego democrático. No, eso es demasiado aburrido para un revolucionario. Desde el primer día que pisó Palacio se planteó la guerra contra todo aquello que implicase la posibilidad de salir de ahí. Hasta ahora lo ha logrado, pero parece que el precio que ha tenido que pagar ha sido acabar con su propia existencia.
En los días posteriores al anuncio de su enfermedad, él mismo expresó en varias oportunidades ser el culpable de permitir que la enfermedad avanzara tanto, ya que nunca se ocupó de hacerse los chequeos édicos
o de tomarse un tiempo para descansar. Si a ello le añadimos que debido a sus gríngolas ideológicas decidió tratarse en Cuba, en lugar de hacerlo en Brasil o en algún centro médico del primer mundo, o inclusive en Venezuela donde la medicina está mucho más avanzada que en la isla, su responsabilidad es aún mayor.
Toda persona que haya tenido algún pariente cercano con cáncer sabe lo doloroso e implacable que es esa enfermedad. En los últimos momentos de ese terrible mal, las personas que la padecen tienen momentos de altísima lucidez y salud, como un regalo divino, para que se lleven un recuerdo de lo mejor de sí mismo. El presidente es humano y todas las evidencias indican que es falso que se encuentre completamente
curado, por el contrario, parece que padece de una enfermedad mucho más grave de lo que se ha expresado públicamente.
El país debe estar atento para que un eventual desenlace de desaparición física del primer mandatario, Dios quiera realmente que no ocurra, no lleve a la nación a una anarquía tal que terminemos todos clamando por el orden de los uniformados. La historia está llena de experiencias donde la ausencia de instituciones genera caos y conmoción social ante la desaparición física del líder.
En un país donde ni los presos están bajo el control del Estado, hay un relajo en cuanto al monopolio de las armas, ejemplificado en la resistencia de los colectivos a aceptar la autoridad de los cuerpos de seguridad, se puede esperar un desenlace de este tipo. Y así como ocurre con los desastres naturales, en donde uno no sabe cuándo sucederán pero se minimizan las pérdidas en la medida que existen planes de contingencia, la oposición nuevamente tiene un rol muy importante que jugar y una responsabilidad histórica con el país de estar preparada y tener un plan de contingencia ante el hecho de que pueden haber elecciones presidenciales mucho antes del 2019.
A falta de información de fuentes oficiales no queda otra opción que interpretar y leer entre líneas los acontecimientos del día a día, corriendo el riesgo de ser acusados de necrófilos, cuando en realidad somos víctimas de la gran irresponsabilidad de este gobierno al no informar un hecho tan trascendente para la vida de todos como los es el estado de salud del presidente. Hay quienes piensan que es una estrategia de distracción o engaño, copiando el estilo de Fidel de desaparecerse o que se está remozando y preparando para afrontar sus próximos seis años. Las mentiras permanentes del gobierno hacen creíble cualquier hipótesis, pero hay demasiada evidencia en contra.
Que no nos tome desprevenida la historia y sus acontecimientos, estemos alertas y preparados para evitar que la falta de institucionalidad atropelle la paz ciudadana y la democracia que aún persiste a pesar de todo. Se acercan días complejos para la república y el liderazgo opositor tiene que estar preparado para tomar decisiones y no quedarse expectante por la tv viendo los acontecimientos. Si los acontecimientos continúan así, las elecciones del 16D tendrán el carácter de ser unas nuevas primarias para la oposición y también para el gobierno.
Por Carlos Valero / @carlosvalero08