Estos son los secretos de alcoba del siglo XX

El poder es el poder y dicen que detrás de cada gran hombre existe una gran mujer que es quien lo está impulsando, tal y como fueron los casos de: Hitler, Mussolini, Mao, Lenin, Salazar, Stalin, Bokassa, Ceaucescu y Franco.

Las esposas, amantes, los romances, el amor y hasta la obsesión son parte de lo que cuenta Diane Ducret, periodista e historiadora francesa en "Las mujeres de los dictadores", un libro que indaga en las vidas privadas de los mencionados gobernadores totalitarios, indica el sitio elimparcial.es.

En este texto se señala que no todo era "miel sobre hojuelas" en dichas relaciones, por el contrario, éstas eran asfixiantes, opresivas y enfermizas, menciona abc.es.

A pesar de las infidelidades, la austeridad amatoria y hasta el uso de sus parejas como piezas claves en la guerras, cada uno de los nueve dictadores estudiados en este texto gozaban de gran "admiración" por parte del sector femenino.

Inessa Armand, Clara Petacci, Nadia Aliluyeva, Magda Goebbels, Eva Braun, Felismina Oliveira, Jiang Qing, Elena Ceaucescu, Catherine Bokassa, Sofía, Carmen Polo, son algunas de las damas que llegaron a convertirse en las esposas y amantes de aquellos que ahora forman parte de la historia del mundo, dice leergratis.com.

Jiang Qing al lado de Mao.

El hecho de compartir la alcoba con estos hombres poderosos, dotó a las mujeres antes señaladas de cierta autoridad que mal usaron, por ejemplo: Jiang Qing, la cuarta esposa de Mao, mandaba matar o torturar a toda aquella que se atreviera a usar ropa más elegante que la que ella portaba.

Algunas más, ante la debilidad del amor prefirieron morir, como Clara Petacci, amante de Benito Mussolini. Incluso, había quienes sin conocer a los políticos en persona, los idolatraban; como una mujer quien le escribió a Hitler las siguientes líneas:

"Todo ha quedado iluminado por un amor tan grande, el amor por mi führer, mi dueño, que a veces quisiera morir con su foto frente a mí…".

Por su parte, a Mussolini le escribían: "Duce, lo vi ayer durante su tumultuosa visita a nuestra antigua ciudad. Nuestras miradas se cruzaron y le revelé mis sentimientos. Yo en el pecho tengo un verdadero corazón que late…".

La autora relata que cada una de las mujeres que amaron, aquellas a quienes se les dedica el libro, fueron para ella una especie de heroínas románticas que hicieron "sacrificios" por amor.

Pero, ¿cómo lograron enamorarse de un dictador? Para una entrevista al diario ABC, Ducret explica que cada uno de los políticos supo trabajar en sus imágenes y pone de ejemplo a Hitler, de quien asegura sabía qué poses le convenían frente a la cámara, y sabía cómo vestirse. Además, dicen que el mismo poder seduce.

La escritora explica que la decisión de estas mujeres por formar un lazo con dichos hombres va más allá de cuestiones sentimentales, pues llega al punto convertirse en el Síndrome de Estocolmo, donde hay una atracción que tiene que ver más con el peligro que con el mismo poder.

Es así como "Las mujeres de los dictadores", habla de hombres descarados en infieles como Mussolini y otros que parecían incapaces de mostrar sus "habilidades" amorosas como Franco: algunos con relaciones donde no podían separar lo público de lo privado, como Lenin, Stalin y Mao.

Menciona también a otros, quienes vieron en las mujeres las informadoras más efectivas, sin por eso darles un lugar como personas.

El libro relata cómo cada una de estas féminas fue capaz de crear lazos que parecían indestructibles por el hombre que amaban, sin importar y sin que se pueda saber cuánto había de amor y cuánto de dependencia.

Inessa Armand y Lenin.

A final de cuentas, "Las mujeres de los dictadores" es un relato de la seducción del poder, un recorrido por la historia de las damas que pasaron por las camas de los más poderosos de la historia; aquellos como Hitler, quien recibió más cartas de fanáticos que Mick Jagger y The Beatles juntos.