El kilogramo original, conocido como Le Grand K es un cilindro “de un kilo” hecho de platino e iridio -objeto definitivo de referencia para todas las cosas medidas en kilos-. Forjado en la década de 1880, está depositado en una bóveda subterránea en Sévres, un suburbio de París. Pero se está haciendo cada vez más ligero, comparado con sus copias oficiales.
De ahí la prisa para redefinir el kilogramo, basado no en un objeto físico, sino en una constante universal. “El cambio de peso se debe ya sea a una interacción química con las moléculas del aire o debido a una liberación de gases atrapados en el metal”, dijo a Publimetro, Robert Crease, profesor de Filosofía en la Stony Brook University en Nueva York, y autor del libro “Mundo en equilibrio: la histórica búsqueda de un sistema universal de medición”.
De paso el profesional nos revela otras maneras para medir peso que se han utilizado en la historia:
1 África: Cada comunidad tenía sus propias medidas. Los nómadas africanos usaban distancias como un tiro de flecha o el lanzamiento de un hacha. En Etiopía empleaban una oreja como medida de medicina, lo que alcance a caber en un oído.
2 Europa: En Suecia tienen el stenkast (un tiro de piedra), que son 50 metros; mientras que un “pulgar” es una pulgada (2.54 cm). En 1824 los británicos decidieron definir qué tanto medía una yarda por la longitud de un péndulo por segundo en un reloj. Pero 10 años más tarde, en 1834, las casas del Parlamento fueron quemadas y se perdieron todas la medidas exactas.
3 EEUU: los grupos antiprogresistas en EEUU son muy locos. Cuando se intentó introducir el sistema métrico a ese país, el grupo anti-métrico creyó que Dios les había dado las medidas sagradas de Giza contenidas en el sistema estadounidense. Usar el sistema métrico sería ir en contra de la voluntad de Dios.