Desde hace mucho tiempo, el hombre alberga el deseo contra natura de detener el envejecimiento. Y también desde hace muchos años se ha desarrollado una floreciente industria, la que obviamente pesca muy bien en rio revuelto. El Nacional.
Se trata de la multimillonaria actividad pseudocientífica llamada “antienvejecimiento”, la cual promete a sus clientes que si consumen sus caros productos o se someten a sus prácticas extremas, retrasarán el envejecimiento y lucirán cada día más jóvenes.
No es necesario decir que con el paso de los años, los decepcionados clientes siguen envejeciendo y como todo ser humano siguen muriendo.
En ese sentido, la moderna medicina, ayudada por la poderosa industria farmacéutica, tiene mucho de culpabilidad en este asunto porque alimenta esos vanos deseos de la gente de retrasar el envejecimiento. Y aquí no estamos hablando de la cirugía estética, la cual es capaz de disfrazar temporalmente el paso de los años pero que lamentablemente, cuando es abusada o mal hecha, nos muestra envejecidos hombres y mujeres con un chocante aspecto no natural.
De lo que aquí estamos hablando es del manejo médico de la menopausia y la andropausia, la que promete devolverle a hombres y mujeres, la vitalidad de los años mozos.