El ejército británico se convertirá en el primero en utilizar un nuevo tipo de avión no tripulado para combatir en Afganistán. Se trata de minúsculos helicópteros de solo 10 centímetros de largo, 2,5 de ancho y 16 gramos de peso, equipados con cámaras capaces enviar vídeo y fotos a las tropas que los utilizan para detectar dónde se ocultan los insurgentes. El drone se llama Black Hornet y el Ministerio de Defensa Británico ha confirmado que comprará 160 de estos aparatos por 20 millones de libras (23 millones de euros, mantenimiento incluido). Es decir, unos 144.000 euros por aparatito. Baratos no son.
La empresa noruega Prox Dynamics ha diseñado los Black Hornet para el ejército británico. Sobre el aparato, el Sargento Christopher Petherbridge, desplegado en Afganistán, reconoce que son «muy útiles, sobre todo por su peso ligero. Los utilizamos para descubrir puntos de insurgentes y comprobar zonas expuestas sobre el terreno antes de pasar».
Estos mini-drones se pueden pilotar desde una distancia de 800 metros, alcanzan una velocidad de 35 kilómetros por hora y tienen una autonomía de media hora de vuelo. Por lo visto, son además muy resistentes a fuertes ráfagas de viento. Los soldados los manejan bien directamente con un mando de control o los programan previamente con coordenadas GPS.
Además de estos pequeños helicópteros, Reino Unido utiliza más 300 drones de mayor tamaño para combatir en Afganistán. Y no es el único. EE.UU. es uno de los países que más utiliza estos aparatos, especialmente en Pakistán. Así es la nueva guerra: desde el aire y por control remoto.