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El 2012, un año rodeado de misticismo y predicciones, importante en el ámbito deportivo al cumplirse un ciclo olímpico más y por si fuera poco, resulta que este ciclo de la vida ha sido marcado por el calendario como año bisiesto.
Cada cuatro años se da el año bisiesto, es decir, que en lugar de vivir 365 días, vivimos 366, aumentándole a los 28 días de febrero uno más. El por qué se da esta situación se debe a que, como explica disfrutalasmatematicas.com, la Tierra tarda en girar alrededor del Sol exactamente 365.242375 días, los cuales para ser más precisos han sido cerrados a 365. Entonces, ¿qué pasa con los 0.242375 restantes?
Como explica lostiempos.com, el emperador romano Julio César, en el 46 a.C., fue el encargado de instaurar el llamado año bisiesto, con la intención de completar dicho ciclo natural del planeta, pues según euroresidentes.com, de no haberlo hecho, pasados 12 años, estaríamos comiéndonos tres días reales. Aunque luego de varios cientos de años, algunos doctos del tema descubrieron que el ajuste seguía siendo inexacto.
Manuel Mendiales, estudioso del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha hecho una precisión respecto al año bisiesto, al señalar que éste, tal y como lo conocemos en la actualidad, es obra de un monje turco llamado Dionisio "El Pequeño"; él fue quien se dio cuenta de que los cálculos hechos por Julio César eran erróneos.
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Dionisio se percató que para que no hubiera diferencias en las fechas y en el tiempo, había que agregarle a febrero un día más, juntando cada cuatro años las seis horas sobrantes de un año regular.
¿Qué sucedería si no se hubiera hecho dicho ajuste? Muy simple, pasados 500 o 600 años, los solsticios de primavera o verano podrían llegar a invertirse, todos los ciclos de la naturaleza se verían alterados y sería imposible darles seguimiento o controlarlos con calendario en mano.
Y, ¿por qué hay que agregarle un día más precisamente al mes de febrero? Mendiales ha dicho que es porque era lo más conveniente, dado el solsticio de invierno y por la distancia que en esa época del año guarda la Luna con respecto a la Tierra.
Lo hecho por "El Pequeño" sigue siendo inexacto por unas cuántas décimas, las cuales los expertos en el tema han tratado de corregir y regular en relojes y en calendarios, como por ejemplo, el cambio de días de algunas celebraciones, tales como carnavales o Semana Santa, cuyas fechas son fijadas por los ciclos lunares.
