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El patriarca copto católico de Alejandría, jefe de la pequeña comunidad en comunión con el Papa de Roma en Egipto, anunció ayer su apoyo al gobierno militar “contra el terrorismo” de los ultraislámicos que en los últimos días han incendiado decenas de iglesias y atacado bienes de los cristianos, que constituyen el 8% de la población de 83 millones de habitantes.
La abierta toma de posición de los católicos egipcios en apoyo de los militares y contra los islámicos de la Hermandad Musulmana del presidente Mohamed Mursi, depuesto por un golpe de Estado el 3 de julio, contragolpea sobre la diplomacia vaticana y crea complicaciones al Papa Francisco por sus repercusiones en el turbulento mundo islámico. Está en ebullición un gran arco de crisis que va de Túnez y Libia a Egipto, Líbano, Siria, Irak e Irán. Las grandes tensiones de las perseguidas minorías cristianas en esos países con los grupos musulmanes ultras pueden sufrir ahora más efectos negativos que preocupan al Papa.
El patriarca Ibrahim Isaac Sidrak, que tiene su sede apostólica en la segunda ciudad del país, explicó su apoyo “firme, consciente y libre” a la policía y las fuerzas armadas de Egipto, por los esfuerzos que realizan para proteger a la población y en particular la incolumnidad de los cristianos perseguidos. Sidrak agradeció a “los musulmanes respetables” por haber demostrado su cercanía, para “defender las iglesias y nuestras instituciones”.
Grupos de partidarios del presidente depuesto incendiaron medio centenar de iglesias en varias ciudades egipcias, mataron por lo menos a tres curas coptos ortodoxos y sumieron en el terror a los siete millones de cristianos del país, de los cuales solo una parte son católicos. El patriarca copto Teodoro está refugiado en un convento pero se ignora su paradero.
En El Cairo y en ciudades del sur y centro del país desde el 3 de julio se puso en marcha un plan de terror contra los cristianos, acusando a los coptos de tener una activa participación en las movilizaciones populares que llevaron a la destitución del presidente Mursi y a la pérdida del poder por parte de los Hermanos Musulmanes.
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La Iglesia copta se remonta a los tiempos de Jesucristo, cuando la Sagrada Familia recorrió territorio egipcio con la Virgen María montada en un burro y con el niño en brazos, acompañada por su marido José. Los coptos afirman ser “egipcios” y no “árabes”, que conquistaron el país de los faraones en el sexto siglo de nuestra era.
La Hermandad Musulmana, un movimiento conservador islámico ortodoxo, fue fundada en 1928 por un profesor de escuela secundaria, Al Banna, y seis empleados de la compañía del canal de Suez. Desde entonces tienen una creciente presencia en la vida egipcia, enfrentados con los gobiernos militares que a partir de los años ’50, con la caída del rey Faruk, dominaron la vida del país.
El patriarca Sidrak fue elegido como jefe de la pequeña comunidad católica copta en enero. Hasta entonces era obispo de Mynia, una ciudad del norte castigada más que ninguna otra por los ataques de los grupos ultra islámicos, que quemaron iglesias y casas de los católicos. El líder de los católicos egipcios dijo en una declaración difundida en Roma, que rechazaba “categóricamente cualquier intento de intervenir en los asuntos internos de nuestro país y de influenciar sus decisiones soberanas”.
Clarin.-