Así paga el diablo, dicen. La revolución cubana triunfó gracias al apoyo de grupos económico de La Habana y USA. Para solicitar ayuda, Fidel viajaba clandestinamente al imperio en Cubana de Aviación, la misma que luego expropió sin contemplación alguna, enviando al exilio a su otrora benefactor. Así pasó con las poderosas centrales azucareras y con muchos otros empresarios cubanos ilusionados con salir de la dictadura de Batista. En Venezuela, los grupos económicos y grandes medios de comunicación que hicieron posible el triunfo electoral de Hugo Chávez en 1998, luego fueron víctimas del régimen militarista y las hordas cubanas que se infiltraron en las altas esferas. No solo perdieron las cuotas de poder sino que fueron extorsionados, hostigados, expropiados e invadidos, cuando no obligados al exilio por una implacable persecución.
Ahora, cuando Maduro necesita un culpable del desastre que ha generado, a nadie le sorprende que «arremeta» contra sus socios especuladores, los mismos a los que este gobierno le otorgó miles de millones de Dólares para importaciones. ¿Quién puede ser beneficiario de semejante privilegio sino un enchufado o algún socio de la boliburguesía gobernante? Vaya a CADIVI cualquier ciudadano común a pedir un Dólar para importar a ver si se lo dan, mucho menos si el solicitante «firmó» o es afecto a la oposición. Desde hace tiempo, importar es el negocio de los enchufados. Basta recordar el caso PUDREVAL. Sin dudas, el caos que hemos presenciado, la incertidumbre, la angustia ante un oscuro panorama y toda esta maraña de corrupción y especulación son responsabilidad exclusiva de Maduro y su gobierno, si es que a esto se puede llamar gobierno. El «cadivismo» es lo mismo que el «madurismo» aunque tenga el rostro de Diosdado.
Cada vez menos gente cree las panfletarias consignas de Nicolás. En otros, la dura realidad borrará pronto sus efímeras sonrisas. Si acaso esta demagogia generó algún efecto positivo, será en un reducido segmento y por corto plazo. Quizás entusiasme a los más radicales pero la inmensa mayoría sabe que es un show electoral. Con el agravante de que los efectos de estas «medidas» en el mediano y largo plazo serán devastadores para la economía: problemas como el desempleo, la inflación y la escasez de productos se agudizaran terriblemente. La inviabilidad política del régimen se hará más que evidente y se elevará el riesgo a un estallido social. Quizás es lo que buscan, un caos para suspender las elecciones ante la inminente derrota. ¿La desesperación no les permite prever las consecuencias futuras? Políticamente están cavando su propia tumba y lanzando al país a un abismo.
Hoy la gente sabe que este gobierno inepto, corrupto e irresponsable no garantiza la paz a los venezolanos, solo el caos. Y sabe que el problema de la escasez es una consecuencia de las políticas que han destruido al aparato productivo y generado un desolador clima de inseguridad jurídica. La necesidad de cambio se siente en las calles, nos vemos el 8D.
Richard Casanova / @richcasanova