Trump vs “Silicon Valley”: La pelea del siglo por la inmigración

Trump vs “Silicon Valley”: La pelea del siglo por la inmigración

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Es difícil imaginar un 2017 sin Facebook, Microsoft, Google o Apple. Pero, si fuera por Donald Trump, el nacimiento y desarrollo de estas compañías habría sido imposible en Estados Unidos. El motivo de esta ecuación: la postura antinmigración del presidente estadounidense.

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Una actitud que podría haber impedido la proliferación de uno de los mayores generadores de riqueza del país: Silicon Valley. Los cofundadores de Apple, Steve Jobs y Steve Wozniak nacieron en Estados Unidos, pero no podrían haber llegado al país ya que el padre biológico de Jobs era sirio y el de Wozniak polaco. El CEO de Google y el actual CEO de Microsoft, Sundar Pichai y Satya Nadella, abandonaron India para aterrizar en San Francisco. El propio cofundador de Google, Sergey Brin, abandonó Moscú junto a su familia a los 6 años para lograr el sueño americano. El CEO de Tesla y Space X, Elon Musk, es sudafricano. El creador de Facebook, Mark Zuckerberg, descendiente de alemanes y polacos, y extiende su vinculación con la inmigración al compartir un mediático matrimonio con Priscilla Chan, la hija de un refugiado chino y una refugiada de Vietnam.

Un fenómeno que David Redolí, colaborador del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en la Universidad de Harvard, señala que forma parte de Estados Unidos porque “es una nación de extranjeros”. Por ello, considera que este ataque “es un elemento de Trump para presionar, la inmigración forma parte del ADN de EEUU”, pero en Silicon Valley este fenómeno es más acentuado. Las mentes más privilegiadas y talentosas están instaladas en el sur de la bahía de San Francisco por el reclutamiento de las grandes empresas tecnológicas.

El 37% de los cualificados trabajadores de Silicon Valley son extranjeros. En concreto, el 42% de la plantilla de Twitter es extranjera mientras que en Facebook ese porcentaje es de un 28,6%; Google 28,28%; Intel cuenta con un 20,3% y Apple con un 10,4%. A estas cifras hay que sumar que el 40% de las grandes compañías del Fortune 500 (una clasificación por ingresos elaborada por la revista del mismo nombre) estaba fundada por un inmigrante (90 empresas) o por hijo de inmigrante (114 empresas).

Un proceso que ha sido facilitado por el Gobierno estadounidense en las últimas décadas. Principalmente, con el programa llamado H-1B, que cada año ofrece unos 85.000 visados a ciudadanos extranjeros con una alta cualificación. Un sistema con el que Donald Trump ya ha mostrado públicamente su desacuerdo.

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El H-1B será uno de los temas que se revisen desde la Casa Blanca en la gran reforma de la política de inmigración que promete el nuevo presidente. No obstante, el miedo de Silicon Valley por la actitud migratoria de Trump va más allá. Su reclutamiento no se basa, exclusivamente, en talento extranjero que aterriza en Estados Unidos para incorporarse a las empresas tecnológicas más punteras. Los ‘nuevos’ Mark Zuckerberg o Steve Jobs llegan al país para realizar o ampliar sus estudios en las universidades estadounidenses más prestigiosas.

Este proceso suele contar con la propia financiación de los gigantes tecnológicos por dos motivos: terminar de moldear las grandes cualidades de sus futuros empleados y que 20.000 de las 85.000 solicitudes del visado de H-1B están reservadas para extranjeros que tengan un máster o un título superior en una universidad nacional.

Por ello, no es de extrañar que de los 6.852 estudiantes matriculados este curso 2017/2018 en estudios de posgrado en el Massachusets Institute of Technology (MIT), una de las universidades más importantes del mundo en los campos de la tecnología y la ciencia, 2.876 no tengan nacionalidad estadounidense.

Lucha de poder

Donald Trump ataca donde más le duele a Silicon Valley. La esencia del éxito de este selecto grupo de empresas es poder contar con el mejor empleado para cada puesto, sin que importe su país de origen. Por ello, no es de extrañar que las poderosas empresas tecnológicas estadounidenses se hayan convertido en el ariete de la lucha contra el cierre fronterizo de Trump, donde se prohíbe la entrada a ciudadanos de siete países musulmanes y suspende el programa de refugiados sirios que Estados Unidos mantenía activo.

Un conflicto que promete extenderse a lo largo de la legislatura. Como apunta José María Marco, profesor de Relaciones Internacionales y experto en política norteamericana de la Universidad de Comillas, “las dos partes tienen argumentos de sobra para confrontar” y será una batalla entre dos contendientes “arrogantes”. “Silicon Valley se mira a sí mismo como ‘la vanguardia’ y muchos ciudadanos de San Francisco no están muy contentos de las facilidades que se les está otorgando a los miembros de este selecto grupo y por el encarecimiento de la vida que ha generado este núcleo tecnológico”, señala.

Las empresas tecnológicas presentaron un escrito ante la Corte de Apelaciones del Noveno Circuito contra el decreto de antinmigración y el presidente de Estados Unidos les retó: “Nos vemos en los tribunales, la seguridad del país está en riesgo». La batalla está servida entre ‘los soberbios’ líderes tecnológicos y ‘el arrogante’ nieto del exiliado alemán, Frederick Trump. Fuente.

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