Suscríbete a nuestro canal de Telegram "LeaNoticias" para que estés al día con toda la información sobre Venezuela y España.
Hay que ser bien caradura para negar la gravísima crisis que vivimos en Venezuela, crisis que no solo refiere a lo económico, esta descomposición está presente en lo social, en lo político, en la función pública, pero sobre todo en lo moral. No pretendo hacer de estas líneas una acción burda de oposición al gobierno, pero si llamar las cosas por su nombre, pongámosle atención a unos pocos titulares noticiosos de los últimos días: “madre mata a su hija a palos”; “no consiguen cabeza de joven asesinada”; “preso fiscal superior por extorsión”; “abatidos dos GN en enfrentamiento con el CICPC”; “A la cárcel funcionarios del CICPC por robo”; “CICPC detuvo a dos funcionarias de la Policía de Peñalver ”; “Fiscalía logró condena de siete CICPC por tortura”, “huelga de hambre por prestaciones sociales”; “enfermos de cáncer mueren por falta de medicamentos”; “GN implicado en tráfico de armas”; “11 heridos en trifulca por comprar leche”; “imputado alcalde por 6 delitos de corrupción”; “preso ex–gobernador por corrupción”; “39 cadáveres producto de la violencia ingresaron a Bello Monte el fin de semana”, esto solo por citar algunos de los tantos macabros pero, suficientes titulares que dibujan en resumen el desastre de la sociedad en que vivimos, ahora bien, se está haciendo algo para subsanar estas células cancerígenas?
Lo antes expuesto es el resultado de varios factores que influyen en la misma población a través del tiempo; es decir comparando actualmente con hace aproximadamente 30 o 40 años atrás los niveles de odio político, narcotráfico, desempleo, escases, poder adquisitivo, violencia, inflación, corrupción, impunidad, degradación de los valores humanos, mal modelado, consumismo, drogadicción, etc. son mayores. Esto permite que ya no nos asombremos porque se dio tal o cual delito, ni siquiera si son 50 homicidios en un día, los robos de un vehículo no son noticias que impacten al ciudadano, ni siquiera nos asombramos al pasar a la par de un necesitado o herido. Es por ello que este punto resulta de suma importancia no solo para una mejor calidad de vida sino para la humanidad en general, es necesario un cambio de conciencia en las personas ya que nos estamos acabándonos poco a poco y de manera progresiva, siendo esto una chispa permanente que puede desatar consecuencias de guerras civiles impredecibles. Pero por supuesto, que no todo está perdido y estos focos de inicio del fuego se pueden apagar si se logra la voluntad de todo un país.
El actual gobierno no dio la talla para resolver la lista de problemas, pero es el gobierno que tenemos, fue electo y debemos echarle “bolas” a ver si endereza; y nosotros en la oposición hemos ido avanzando pero dispersos, cuando ya vemos una luz en el camino, “chacaplum” se asoma algún filósofo y nos manda a abstenernos electoralmente, o propone un paro, o peor que eso, buscan una salida “de facto”, pero esta es la oposición que tenemos; de aquí se desprende que los primeros pasos a las soluciones deben darse con el concurso de todos, no se puede dejar toda la carga a las vedettes políticas, aunque las organizaciones políticas sean importantes la gente está muy por encima de ellos, imprescindible que todos practiquemos la autocrítica y la bendita contraloría de la que tanto se habla, seamos humildes para enmendar lo que haya que corregir. Ya basta del culto al hombre, debemos honrar a Dios y reivindicar a los más necesitados, es hora de apagar el odio.
El gobierno debe trabajar muy duro en rescatar algo de credibilidad –que la tiene por el piso- y nosotros concentrarnos en la vía lectoral, sin atajos, eso sí, haciendo oposición seria, contundente y “con arrechera”, desnudando incluso a quienes vestidos de diputados de la MUD y estando en comisiones importantes, como lo es la de contraloría, solo han servido para coquetear y aliñar “superguisos” perpetrados por actores del gobierno, no hay guiso malo y guiso bueno, no existe delito malo y delito bueno, delito es delito venga de donde venga, y de no corregir estos entuertos serán nuestros hijos las víctimas de esta metástasis.
Por Emilio A. Guzmán Rojas