Así como Suena: «Sin identidad», por @JJFerminJr

Visto el polvo cósmico que levantó nuestro artículo “En nuestras manos (III)” y sus subsiguientes entregas, y quizás producto del debate que se originó, recordé un estudio de Imagen, Poder y Liderazgo que en el año 2005 hicimos sobre el estado Anzoátegui, con el colega y psiquiatra Roberto De Vries y la psicóloga especialista en modificación de conducta Marina Lander.

En dicha investigación, una de las razones más esgrimidas por los encuestados para explicar por qué carecemos de identidad en nuestro estado, fue que en Anzoátegui hay una mezcla de culturas producto de que muchos de los que aquí viven son de otras partes del país y del mundo; es decir, somos una zona de tránsito temporal y que, por alguna eventualidad (amor, trabajo, etc.), se hace permanente.

Es así como encontramos, entre otros, caraqueños, maracuchos, carupaneros, valencianos, guaros, andinos, chinos, italianos, árabes y españoles.

En fin, Sucre tiene el sancocho de jurel y el polo carupanero, Nueva Esparta su galerón y el cuajado de chucho, el Zulia tiene la gaita y el famoso patacón; los andinos tienen su mojito y los guayaneses su queso. Pero, ¿y nosotros? Pues nosotros sufrimos una grave crisis de identidad que se manifiesta en la familia, el trabajo, la política, la escuela -en cualquiera de sus dimensiones- y, aún más, en la convivencia ciudadana diaria.

Hablar de identidad cultural es hablar de todo aquello que nos da personalidad a través, entre otros, de la música, la comida, costumbres y tradiciones.

Históricamente, los anzoatiguenses nos hemos enfrentado al desorden, la ineficacia de quienes nos han gobernado, la ausencia de valores y la falta de logros al carecer de objetivos comunes y esfuerzo colectivo.

Ahora, ¿cómo pensar en la identidad sin la posibilidad de encontrar en las tradiciones el punto de partida y, peor aún, sin referentes? ¿Cómo hacerlo sin la voluntad necesaria?

Falta la voluntad política, la capacidad de acción de nosotros como colectivo y un plan con sentido estratégico para impulsar una solución. Eso bastará, en principio, para enfrentar la desesperanza, la apatía, la carencia de valores y la ausencia del comportamiento cívico que nos caracteriza como sociedad.

La tarea es, entonces, repensar e identificar los elementos que nos dan identidad y los verdaderos imaginarios, aquellos ciudadanos líderes que con su talento, trabajo e iniciativas sostenidas hacen un valioso aporte en la construcción de una sociedad mejor, de un Anzoátegui mejor.

Y si la discrepancia ideológica distancia, apliquemos lo que Marina Lander (nacida en Aragua de Barcelona) comentó un día mientras compartíamos un buen café: “Tratemos, entonces, de alcanzar la convicción desde uno mismo, de que las soluciones de los problemas son posibles con racionalidad, sin teñirlas de odio y respetuosas de la vida por sobre todas las cosas, ya que no hay identidad donde no hay vida y la nuestra corre cada vez más serios peligros”.

Es así como suena.

JJ Fermín A.-