Cada platillo de @TascaElMoroco guarda la historia de Puerto La Cruz

Hablar del restaurant El Moroco de Puerto La Cruz es evocar sabores que nos trasladan a esos momentos inolvidables que se han compartido en familia por casi 40 años, o ese aroma entrañable que invita permanentemente a celebrar la vida junto a los amigos.

Esa combinación de buena comida y calor de hogar, que se disfruta apenas se pone un pie en el emblemático local, es una tradición que desde 1974 ha marcado pauta en el oriente venezolano. Son miles las historias que podrían contar las paredes de un establecimiento que ha sido escenario de cumpleaños, matrimonios, aniversarios y otras celebraciones durante varias generaciones.

Cálido, íntimo, acogedor y con platillos que seducen paladares exigentes. Así es el bar restaurant que funciona en la Av. 5 de Julio de la urbe porteña y de eso puede dar fe su capitán de mesoneros, David Chivico, quien tiene más de 13 años dedicado en cuerpo y alma a servir a los comensales que, después de tantos abriles, ya considera sus «amigos».

Oriundo de Píritu, al oeste del estado Anzoátegui, Chivico sostiene que lo que más disfruta de su trabajo es “atender a los clientes”, poniendo a prueba estándares de calidad de servicio al más alto nivel; lo que le ha valido el reconocimiento de propios y foráneos, dentro y fuera del restaurant. “Ya conozco a tantas personas, que podría lanzarme a la alcaldía”, dice entre risas.

Con 11 mesoneros a su cargo, son muchas las experiencias que atesora como valiosos recuerdos dentro de su trayectoria profesional. Consultado sobre lo que más piden quienes visitan El Moroco de Puerto La Cruz, responde sin titubeos: “La marisquería, que es la especialidad de la casa”.

Pero los sabores de El Moroco van más allá de la tradicional paella que tanto prestigio le ha dado a la herencia de sus fogones. Carnes rojas, pollo, pescado, pastas, variedad de sopas y ensaladas completan la oferta ideal para complacer todos los gustos.

Franklin Caraballo también es parte de esta gran familia. Desde hace tres años trabaja en la barra del restaurant y, al igual que Chivico, asegura que hay clientes que frecuentan el lugar tan a menudo que ya los enumera dentro de su círculo de amistades.

“De jueves a sábado, desde las 4:00 de la tarde, la barra de El Moroco se convierte en el mejor ambiente de la ciudad”, enfatiza. “Hay bastante movimiento. Muchas personas conocidas coinciden y la conversación se vuelve interesante; de verdad se pasa un rato bien agradable”.

No solo los escoceses desfilan rutilantes sobre la noble madera de la barra: la mejor selección de vinos, así como tragos y cocteles, pueden acompañarse por variedad de tapas y pasapalos. Recientemente instalaron pantallas HD para la transmisión de los eventos deportivos más importantes del mundo y ampliaron el estacionamiento para ofrecer mayor comodidad y un mejor servicio.

Sonia Villegas tiene, como dirían en su Sucre natal, “toda la vida” trabajando en la cocina de El Moroco. Se dice fácil pero 17 años frente a un equipo encargado de darle forma a los placeres de la buena mesa, son un tesoro para sus clientes.

“Todos los que trabajamos aquí somos una familia. Hacemos nuestro trabajo con entusiasmo todos los días porque nos gusta estar aquí, nos gusta ser cada día mejores y nos gusta cómo nos sentimos porque la empresa nos entiende, nos ayuda, nos motiva y esa relación tan bonita con jefes que se portan excelente con nosotros, se refleja en lo que el cliente recibe: la comida, el servicio, la experiencia de haber venido al restaurant”, dice.

A Sonia la acompaña el carismático Adrián Torres, un verdadero maestro de la parrilla mar y tierra que encanta a la mayoría de los clientes de El Moroco. Barcelonés de pura cepa, transmite alegría por donde pasa. “A mí me encantan los viernes porque es el día más movido de la semana y me da mucha satisfacción lo que hago”.

Adrián tiene 10 años como cocinero y es todo un derroche de amabilidad, siempre preocupado por complacer los caprichos de quienes andan en busca de combinaciones que no aparecen en el menú, pero para las que tiene imaginación y la mejor disposición de lograr la satisfacción del comensal.

A cargo del restaurant está Luis Caraballo. Son 15 años exhibiendo con orgullo la responsabilidad de velar por que todo funcione de la manera correcta. “Nuestros clientes son los mejores clientes del mundo”, afirma. “Los he visto envejecer y luego a sus hijos, que conocí pequeñitos, venir después con sus esposas y esposos, y así sucesivamente”.

Son 37 las personas que integran la familia de El Moroco de Puerto La Cruz. Un equipo de trabajo con largos años de experiencia que aspira permanecer juntos durante mucho tiempo más. Ellos son los héroes tras el suspiro, la sonrisa y la felicidad de todos los que disfrutan de “TODO UN SEÑOR RESTAURANT”.

 

Por: @MarijoVenezuela