Carta pública de @Diego_Arria al General Miguel Rodríguez Torres - Lea Noticias

Carta pública de @Diego_Arria al General Miguel Rodríguez Torres

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diego arriaDe Diego Arria al General Miguel Rodríguez Torres

Hay una cosa cierta, general Miguel Rodríguez Torres, y es que usted representa una verdadera y peligrosísima amenaza para la paz de la República y la seguridad de los ciudadanos, hoy a merced de un régimen dictatorial, militarizado y tutelado por una cúpula militar subordinada al régimen cubano.

Como es mundialmente conocido, usted -de capitán- el 4 de febrero de 1992, casi logró asesinar a la familia presidencial de Carlos Andrés Pérez. Ahora -de general- como poderoso ministro, viene demostrando que su capacidad de hacer daño es ilimitada, contínua, constante y creciente.

Como simple ciudadano me es casi imposible reprimir la indignación y el sentimiento de vergüenza que tengo al dirigirme a un oficial superior de las antiguas FFAA, que juró defender su patria y que, por una acumulación de actos y abusos abominables, se ha puesto a la cabeza de los traidores que activamente destruyen a nuestro país. A su propia institución.Mas aún este despropósito tendrá repercusiones en la región, en países donde no existen partidos políticos armados por sus gobiernos.

Su  infame, cobarde y criminal participación en la represión, tortura y muerte de inocentes civiles durante las manifestaciones estudiantiles de este año le ha permitido ponerse a la par de Hugo Chávez, al convertirse en un verdadero prontuario ambulante.

Hoy, sábado 30 de agosto de 2014, usted invitó al partido del régimen a armarse, a sumarse a las milicias. Su invitación la hizo desde el Teatro Teresa Carreño, obra de la democracia transformada  por el régimen en un centro al servicio de la cultura del terror y de la intimidación.

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Usted recomendó:

“A los militantes del PSUV ingresar a la Milicia Bolivariana para defender la revolución con las armas. La señal clara que nos dio nuestro comandante es que la forma de que nosotros nos organicemos en armas para la defensa de la revolución, para la defensa de la nación es a través de las milicias, (…) el compromiso, de ética socialista solidaridad y la disciplina revolucionaria, nos conduce a trabajar de manera correcta con el legado del comandante”.

Y concluyó así: “Las Milicias Bolivarianas tienen como propósito defender la revolución por los años siguientes, por 100 años, y por el tiempo que esta revolución permanezca transformando nuestras realidades”.

Es toda una vergüenza que un Mayor General se exprese de esa manera tan irresponsable y peligrosa. Para usted no hay que fortalecer la Fuerza Armada con los valores constitucionales que le asignan responsabilidades y comportamientos muy concretos. Usted, en cambio, pretende incorporar militantes del partido del régimen para competir con la propia FAN, como fuerza de choque y de intimidación de los ciudadanos, y como participantes en el control de los procesos electorales,

Usted, en su muy particular concepto de patria, debe pensar que estamos en el Tercer Reich al parodiar a Hitler y decir que: “Las Milicias Bolivarianas tienen como propósito defender la revolución por los años siguientes, por 100 años, y por el tiempo que esta revolución permanezca transformando nuestras realidades”.

Más vergonzoso, hasta para su propia familia, es que todos los valores que anunció a sus camaradas son “para  trabajar de manera correcta con el legado del comandante”. No los de Venezuela, por lo que no cabe sino decirle general que usted es un ridículo y un arrastrado.

Si lo que queda de la Fuerza Armada no reacciona ante esta irresponsabilidad y desconocimiento a sus funciones constitucionales, esa omisión no puede sino comprenderse como traición a la patria. Una traición uniformada.

Muchos amigos -de nuevo- me han pedido que dada su peligrosidad no ponga en riesgo mi seguridad personal denunciando sus peligrosas e ilegales iniciativas. Igual me lo solicitaron cuando llevé la denuncia contra Chávez a La Haya. Pero hoy le reitero: “Nunca le temí al finado. Menos a usted”.

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Por Diego Arria

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