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El Coyote se puso a la defensiva. Corrijo, nunca ha salido de ella. Se encorva y no se quita los guantes del rostro como los boxeadores perdedores, aporreados. Ni la guerra de encuestas ni la guerra sucia le han servido para irse arriba en la iniciativa política.
El desespero lo ha llevado a sembrar miedo en sus propias filas para tratar de evitar infructuosamente el descarrilamiento de su gente hacia el Autobus del Progreso.
Primero fue con la amenaza de la "guerra civil", un conflicto que solo habita en su perversa mente. Que ni el mismo cree porque en las chiquitas arruga, conducta que algunos, para no dejarlo mal parado, llaman "sensatez política". Remenber al "héroe del Museo Militar".
Ahora lo hace con la falacia del "paquetazo". Una vil manipulación que mi pana Rafael Venegas, explica con maestría y no sin humor: "después de buscar, buscar y buscar sin éxito en el programa de gobierno de
Capriles algo donde se dijera que privatizaremos PDVSA, eliminaremos las misiones, entregaremos el país a los grupos económicos y nos arrodillaremos al Imperio, no le quedó otra que pagarle al mercenario de Migaus para que produjera un documento falso en el cual dijera todo lo que no dice el verdadero".
La histeria del Coyote lo hace girar de modo enfermizo y cobardón sobre su permanencia en el poder.
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A comienzo de campaña lo dijo, allá en Barcelona, montado en la carroza: "aquí lo que importa es Chávez". A pocos días del cierre lo repite de nuevo, desde Maturín, payanseando de roquero en un escenario costoso típico de los show mediático capitalistas que tanto critica, ya no en singular sino en plural y con otras palabras para ver si conmueve a sus mermados partidarios: "lo que está en juego no es si asfaltaron la calle, lo que está en juego no es la casa, o que estoy peleado con los dirigentes regionales…nos estamos jugando la vida de la patria el 7 de octubre". Pobre Coyote, que feo final le espera.
Por: José Luís Farías