Muchos países adoptaron el “Estado benefactor” o “Estado de bienestar”. Éste se hace responsable de todo lo que significan los bienes de producción y, con ello, la vida de los ciudadanos.
Los defensores del “Estado benefactor” comienzan diciendo que desean un Estado que controle los servicios públicos e industrias básicas y terminan creando un Estado que se hace dueño de hoteles, aerolíneas, distribuidoras de neveras, industrias alimenticias, fábricas de papel y hasta areperas. Amén de controlar las divisas y medios de comunicación, con lo que se crea un Estado quebrado, corrupto, ineficiente y autócrata.
Los “expertos” o defensores de este Estado, son los socialistas que, bajo la excusa de ayudar al pueblo, terminan jodiéndolo con su incapacidad para producir, generando escasez e impulsando el aumento de precios, realizando expropiaciones, importando productos, creando una enorme corrupción y agotando los recursos económicos para costear todas esas locuras.
La lenta, pero sostenida recuperación de 1/3 del planeta, dominado por el socialismo, nos dice que el camino está claramente develado. Esas naciones que se entregaron a la oscuridad, al hambre, al miedo y a la locura, respiran hoy aires nuevos y tienen a la libertad como su bandera primordial. El inicio del derrumbe histórico del socialismo en el 89’, sirvió para la comprensión de cuál era el camino.
El economista liberal austríaco y Premio Nobel (1974), Friedrich von Hayek, enfrentó al socialismo toda su vida y tres años antes de morir pudo ver su caída. El desplome del totalitarismo mundial y esa locura “benefactora” costó la vida de más de 100 millones de seres humanos. Milton Friedman, perteneciente a la Escuela de Economía de Chicago y Premio Nobel (1976) dijo: “el ‘Estado benefactor’ consiste en hacer el ‘bien’ con dinero de otra gente, es una filosofía de violencia y coerción que va contra la libertad porque tiene que usar la fuerza para conseguir el dinero”.
Socialismo, socialdemocracia, democracia social, socialcristianismo, etc. Son varias las definiciones de quienes, lamentablemente, sienten identificación con ese “Estado de bienestar” que arruinó a decenas de países. Algunos describen al socialismo como liberador, patriota, amable, bondadoso, social, moralista, pero absolutamente incapaz de generar la riqueza necesaria para satisfacer las demandas económicas (y humanas) del mundo.
El capitalismo, perverso, a veces manipulador, de vez en cuando conspirador, inmoral y hasta indiferente, es el único sistema económico que garantiza el crecimiento sostenido de una nación y la satisfacción económica de las personas para alcanzar sus deseos.
Su debilidad: una notable falta de espiritualidad en su ejecución, pero que sólo puede remediarse en el libre albedrío del hombre y no bajo la premisa de un Estado que usa la fuerza para imponerse sobre los individuos.
Lamentablemente, nuestro pasado estuvo lleno de socialismo o políticas socialistas. Sólo viendo que la electricidad, el agua, telefonía, petróleo, gas, hoteles, hierro, cabillas, tornillos y millones de hectáreas de terreno, fueron manejadas por el “Estado benefactor” que se transformó en “Estado malhechor”, como bien lo señaló el sociólogo Carlos Raúl Hernández en uno de sus libros.
Hoy, el Estado es una carga para el país. Su tamaño tan sólo es comparable con su corrupción y hueco fiscal. El “Estado benefactor”, una vez más, colapsa sin remedio. España, Grecia, Portugal y Venezuela son un triste ejemplo de ello.
Por: Noel Valderrama / @NoelValderrama