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El doctor Roberto Mezzetti hace dos meses lucha en primera línea contra la COVID-19 en un hospital de Bergamo, Italia, uno de los epicentros de la enfermedad. El especialista contó a Infobae que “están experimentando una terapia que brinda óptimos resultados y que podría ser la cura para el coronavirus”.
El cirujano vascular, prestado en tiempo de pandemia a la terapia intensiva, relató que el desconocimiento al nuevo coronavirus provocaba que el personal médico se enfermara porque no existía un protocolo de protección. “Hoy en el país hay más de 140 médicos caídos en batalla”.
En el hospital de Bergamo tuvieron que aprender que “el virus provocaba una respuesta inmunológica excesiva, una hiperinmunidad que generaba problemas en la coagulación de la sangre. El problema respiratorio era debido a una tromboembolia pulmonar. Entonces empezamos a utilizar heparina, un anticoagulante, como prevención también en la etapa aguda de la enfermedad”, dijo.
El doctor añadió: “Con respecto a la terapia para apagar la hiperinflamación, el único medicamento convalidado es la hidroxicloroquina, que se utiliza habitualmente para tratar la artritis reumatoidea y la malaria”.
Tras meses de angustia por culpa del coronavirus, Mezzetti vuelve a sonreír, pues en su policlínico cerraron uno de los tres pabellones para los casos de COVID-19 positivos, no hay más urgencias, se acabó la terapia intensiva y quedan los últimos pacientes internados.
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¿Cuál es la clave?
Según Mezzetti la reducción de enfermos graves de la COVID-19 en el hospital Papa Giovanni XXIII de Bergamo, se debe a “la transfusión de plasma hiperinmune de pacientes infectados con síntomas leves y negativizados a pacientes infectados”.
“El paciente positivo recibe una transfusión con anticuerpos que evitan que en su organismo se desate una respuesta hiperinmune. El plasma actúa como un antiviral y la consecuencia es que el virus se destruya”, detalló.
Italia suma más de 27 000 muertos por COVID-19.
Para el doctor Mezzetti la solución llega del ser humano, no de laboratorios, sino de la sangre para curar a hombres y mujeres. “No es una vacuna, es una cura que anula el virus”, finalizó.
