“El batacazo cinematográfico del año” por @NoelValderrama

Con los 700 mil espectadores que vieron la película “Er Conde Jones”, el ahora exitoso productor de cine Benjamín Rausseo no tendrá problemas para realizar la segunda parte. Su película se encuentra entre las 10 más taquilleras de nuestra historia.

Por supuesto que este largometraje representa un duro golpe para aquellos directores que tienen la idea de que el cine debe ser un homenaje a la expresión artística, a la divinidad estética y a la exquisita simetría entre el ego del realizador, de los actores y una rebuscada moralidad que olvida por completo que la esencia del cine es el entretenimiento.

La mayoría de nuestros directores olvidan que si el cine venezolano tuviera menos petulancia y más entretenimiento sería realmente competitivo, atractivo y rentable.

Es esa estúpida idea de la estética cinematográfica lo que ha llevado a la poca capacidad de los productores o casas productoras para impulsar películas taquilleras. La “Villa del cine”, por ejemplo, que es la apuesta del gobierno a nuestro cine venezolano no tiene ningún largometraje dentro de las 25 películas venezolanas más taquilleras de nuestra historia, sin embargo, el presupuesto otorgado a sus películas es obsceno.

Con la excusa de exaltar el cine venezolano y nuestra historia, sin importar el costo, se terminan realizando películas costosísimas que no son rentables y el Estado termina subsidiando producciones sin ningún atractivo y sin ningún “gancho” que atraiga al espectador, mientras que iniciativas privadas como “Secuestro express”, el cuarto filme más taquillero de nuestro tiempo, fue censurada por el propio gobierno, a tal punto de evitar que su nombre se propusiera a los nominados como película extranjera para los premios Oscar.

La verdad de “Er Conde Jones” es que el venezolano quiere reír, divertirse, quiere menos expresión artística y más entretenimiento, quiere propuestas que le hagan pasar un buen rato y no un denso film, con historias pesadas y diálogos intragables.

Algunos directores de cine criticaron a Benjamín Rausseo, señalándolo como el creador de un film “simplón”. Sin analizar las razones de la abrumadora compra de boletos para ver la película de “Er Conde”, muchos también se animaron a insultar al espectador, criticar las características del film o su argumento.

Lo cierto es que Rausseo entendió que el cine es un negocio; el negocio de entretener, divertir, asombrar, asustar.

Supo conocer lo necesario para realizar una película que colmara las salas y le mostrara el camino a otros. Espero que a partir de este momento, directores, productores y guionistas entiendan que entretener es un buen negocio y que se debe empezar ya.

En Estados Unidos, las películas taquilleras sirven de palanca para las películas de alta expresión artística, esas que no todos verán porque son hechas para un público más selecto, más exquisito, más estético.

Sin embargo, los premios Oscar, que antes eran la cuna del séptimo arte (que era sinónimo de películas selectas), han empezado a ceder y le permiten a las películas más taquilleras, un lugar entre sus nominadas.

Sólo espero que este sacudón dado por “Er Conde del Guácharo” a los cimientos de nuestra pequeña industria cinematográfica despierte nuestra oportunidad de convertirnos en realizadores de películas a la par de “Titanic”, “Sexto sentido”, “Virgen a los 40”, “Batman: El caballero de la noche” y no de películas a la altura de “Fresa y chocolate”, “La piel que habito”, “Tacones lejanos” o “Átame”.

 

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@NoelValderrama