El epicentro del mundo se mueve hacia China

Volviendo de Shanghai, entre cabezada y cabezada -es un vuelo larguísimo-, escribo este post que originariamente iba a ser sobre los ultrabooks, los ordenadores llamados a arrasar este año un mercado triste salvo por el boom de las tablets. Pero a ese tema, interesante sin duda, dedicaré otra entrada. Ahora me voy a centrar en los contrastes de este mundo global, del marco de tristeza y austeridad que vive Occidente frente a las vacas gordas que se palpan en todas las esquinas de Oriente. Hay que palpar la “experiencia china” para darse cuenta que el “modelo de negocio” europeo está caduco. Somos una población envejecida, costosa de mantener, con la ilusión bajo mínimos y encima somos pocos frente a los 7.000 millones que pueblan el mundo. El epicentro se está moviendo lentamente hacia Oriente.

Por otra parte, y lo he palpado de lleno en abril en Vancouver y la semana pasada en Shanghai es que somos cada vez más globales en todo. Hasta con la orientalización de la comida occidental comemos casi lo mismo, estamos inundados de Starbucks, de Zaras, gastamos los mismos iPhones y Galaxy 2, vemos el mismo cine (en China arrasaban Los Vengadores en 3D)… y vestimos con los mismos parámetros. El que espere ver camisas de estilo Mao, policías por todos lados, calles sucias y malos olores que busque en algún chinatown de segunda porque en Shanghai cuesta ver miseria, aunque haberla hayla.

Aunque no sé chino y muy poquitos lugareños hablan inglés (para qué deben pensar si somos mayoría) hay síntomas que no necesitan más explicaciones para palpar que esta megaciudad de más de 25 millones de habitantes marchan bien las cosas.  Los numerosísimos centros comerciales están hasta los topes de chinos con bolsas repletas, todas las marcas del lujo más exquisito tienen más tiendas en Shanghai que en Madrid, París y Milán juntos, y para entrar en las numerosas Apple Store de la ciudad hay que hacer cola. Por cierto, aquí lo tienen muy claro, las chinitas iPhone modelo blanco y los chinos modelo negro.

La realidad es que a los “Fake market” solo van los turistas para que les engañen comprando Rolex, iPhones piratas o ropa de marca. Ellos no van. Si pueden adquieren los modelos originales y sino moda local. Pero nada de falsificaciones. Eso para la avaricia de los occidentales. Y cuidadito. eso de engañarte como a un chino se acabó el siglo pasado. Ahora son ellos los que nos engañan a la que te descuides un poco.

Comentaba en un anterior post que ya HP confesaba sin tapujos que el mercado chino era el más importante en la actualidad. Y como sigan así las cosas, de largo, porque además de una creciente y poderosa clase media, se espera llegar en un par de años a los 650 millones de internautas chinos. Una cifra que da una idea del nivel de penetración tecnológica que existe. Eso sí, quizá lo único que me ha llamado la atención en Shanghai es que a pesar de haber abundancia de wifis abiertas, algunas URLs están capadas… El gran firewall chino es quizá, a primera vista, la única muestra de represión. Eso y ver que los periódicos hablan de ecología, deportes y economía pero muy poquito de política. Es quizá el precio a pagar de una economía que va montada en tren bala, como su espectacular Maglev, el tren que va a 400 km/h entre el aeropuerto y el centro de la ciudad.

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