El mundo de la moda puede ser nocivo para la salud - Lea Noticias

El mundo de la moda puede ser nocivo para la salud

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El fallecimiento de la modelo y presentadora británica Peaches Geldof ha vuelto a sorprender a un mundo, el de la moda, todavía conmocionado tras la reciente despedida de una de las diseñadoras favoritas de la alfombra roja, la neoyoquina L’Wren Scott, quien se quitó la vida en su apartamento de Manhattan tan solo hace veinte días. A pesar de que las circunstancias, por el momento desconocidas, apuntan a una muerte «repentina» e «inexplicable» que ya está siendo investigada, según fuentes policiales citadas por varios medios ingleses; y que Geldof -modelo, diseñadora y DJ ocasional, habitual del front row londinense y editora de moda precoz- llevaba una vida de lo más tranquila y familiar junto a su marido y sus hijos de dos y un año, su fallecimiento se suma a la lista de tempranas desapariciones en un sector que parece marcado por la tragedia.

kate moss

El caso de la diseñadora L’Wren Scott guarda muchas semejanzas con el de uno de los genios de la alta costura moderna, el inglésAlexander McQueen. Menos drástica, pero igual de traumática y sonada, fue la salida de John Galliano del circuito fashion. El gibraltareño firmó su, por el momento, final artístico tras profesar una serie de insultos antisemitas a una pareja en un café de París, un incidente que el propio Galliano, ya recuperado de sus adicciones, atribuyó a la gran presión que sentía en aquel momento y que le empujó al consumo de alcohol. «El alcoholismo se apoderó de mí muy lentamente, comenzó de una manera cíclica. Después de cada colección, después de cada desafío creativo, llegaba ese momento», confesó el diseñador en una entrevista.

Adiciones, problemas de ira y una continua situación de estrés e inseguridad son algunas de las sombras que planean con relativa asiduidad sobre una industria que nunca ha ocultado su alto nivel de exigencia. ¿Se ha convertido la moda en una profesión que puede resultar ‘perjudicial’ para la salud?

«Normalmente todos los negocios o empresas que están frente al público siempre tienen implícita una situación de estrés, ya que se trata de un mundo muy variable con unos niveles de exigencia, competencia y competitividad muy altos, que desembocan en mucha tensión y estrés, ya que nunca se acaba de satisfacer las necesidad de un público que siempre pide más», explica a YO DONA la psicóloga del Gabinete Álava Reyes Rosa Collado.

Desarrollar, como mínimo, dos colecciones completas al año -en casos como el de Galliano la cifra ascendía a 32-, sin perder la frescura y la creatividad que se espera de aquellos que han alcanzado la categoría de genios puede, y en ocasiones acaba, pasando factura y no solo a nivel profesional, también personal. «Al final la persona que está diseñando se siente tan observada por tanto público. Es la cara vista, un símbolo y tiene un gran nivel de exigencia. Los parámetros de creación donde desarrolla su trabajo están marcados por una fechas límite. Además, su trabajo también implica soportar críticas y asistir a eventos o publicitar, y eso es algo que quita mucha parte de la vida personal. Hay que ser creativo, social, apoyar actos; son una parte importante de la firma a la que representan y al final se pierde mucha calidad de vida, pues no disponen de mucho tiempo para dedicar a la parte afectiva», sostiene Rosa Collado.

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Pero los diseñadores no son los únicos agentes de la industria de la moda que se ven obligados a luchar contra una incesante presión, que en algunas ocasiones, lleva aparejado el abuso de sustancias como el alcohol o la drogas, así como trastornos alimenticios como la anorexia o la bulimia. Según Collado, «las exigencias a nivel personal son brutales, sobre todo en el caso de las modelos que tienen más caché, aunque también de aquellas jóvenes que comienzan a despuntar y para ello se ven obligadas a cumplir con una imposición establecida a nivel personal, como puede ser, por ejemplo, perder una talla. El querer hacer algo que te gusta y tiene un nivel de exigencia alto afecta mucho a nivel personal, una presión que puede derivar en algunos casos en trastornos como la anorexia».

Uno de los casos que conmocionó a la industria fue el de la modelo francesa Isabelle Caro, convertida en el ejemplo de la dura lucha contra la anorexia tras protagonizar en 2007 la sonada campaña ‘No anorexia’ de la firma Nolita. Sin embargo, desgraciadamente y tras más de quince años, perdió la batalla contra la enfermedad. El suyo es uno de los más sonados, pero no el único, las mujeres que encabezan la revolución ‘curvy’, como Tara Lynn o Robyn Lawley, también denunciaron la presión de las firmas y las agencias para reducir su talla. Y no solo por sus medidas o su peso, también hay quien ha declarado sufri discriminación por motivos raciales -Jourdan Dunn o Chanel Iman- y hasta de estatura -Cara Delevingne no consiguió entrar en el que habría sido su primer desfile para Marc Jacobs porque el diseñador consideró que no tenía suficiente altura-. Otras como la top canadiense Daria Werbowy han optado por tomarse un descanso tras más de diez años de incesante y exigente trabajo.

¿Son todos estos casos motivo suficiente para calificar la moda como un trabajo de ‘riesgo’? «Más que de la profesión es una cuestión de la persona, sus valores, sus limites y su nivel propio de exigencia, aunque es cierto que trabajos de este tipo sí tienen más riesgo que otros. Cada profesión tiene sus matices y cada situación también, pero depende mucho del nivel de madurez y de la capacidad de cada persona para afrontar niveles de estrés o exigencia», sentencia la psicóloga Rosa Collado.

[Fuente: elmundo.es]

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