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La institucionalidad roja nunca imaginó que se conseguiría con un liderazgo tan firme y a la vez sensato. La cuenta que sacaron Nicolás y su grupo de enchufados era que @hcapriles reeditaría una especie de protesta tipo Plaza Altamira, que se consumiría en el este de las ciudades y restaría fuerza social y política a la misma, permitiéndole al gobierno incubar escenarios de violencia para repetir el 11 de abril y pulverizar el rotundo éxito político que obtuvo la alternativa democrática el 14 de abril. Ellos colocaron sus últimas esperanzas políticas, para salir del pantano de la ilegitimidad, en los potenciales errores que cometería la MUD y se quedaron, cual pintor que le quitan la escalera en un sexto piso, colgados de la brocha.
El primer gran reto de toda oposición a un gobierno totalitario que desprecia las reglas de la democracia es construir y consolidar una sólida mayoría social. En los 14 años de gobierno del ex presidente hubo 2 ocasiones en las cuales el gobierno fue una clara minoría, a principios del 2002, donde, de hecho perdieron el poder frente a una de las manifestaciones populares y de masa más grandes de nuestra historia como lo fue la marcha del 11 de abril pero que frente a los garrafales errores de Cisneros y Carmona lograron torcer el curso de los hechos y de la historia, dejando a la oposición como la responsable de la violencia, y en el momento que cerraron RCTV, sólo que en esa época no teníamos un liderazgo claro que transformara impopularidad en activación del cambio político.
La realidad política de nuestra Venezuela es diametralmente distinta a la que le dejaron en herencia a Nicolás y a Cabello. Hoy la oposición es mayoría política y social y el gran reto de Capriles y la MUD es mantener y consolidar esa nueva mayoría aprendiendo de los errores del pasado y estructurando una “nueva alianza social” que le dé cabida a los millones de venezolanos que en el pasado reciente votaban por el PSUV y ahora son firmes defensores del cambio político. Aún cuando parezca complejo y delicado debido a la aparente demostración de poder del gobierno, creo que no lo es tanto, ya que el venezolano ha adquirido una enorme capacidad de entender y asumir lo público, y la dirigencia opositora está curtida después de década y media de avances y retrocesos.
En el pasado, el gobierno no sólo tenía el poder del Estado sino que además contaba con una fuerza disciplinada alienada en torno al liderazgo del comandante, hoy los papeles se invirtieron, la oposición está robustecida, unida y el liderazgo de la @hcapriles es indiscutible y legitimado por millones de venezolanos. Mientras tanto, en la acera de enfrente Nicolás y Cabello viven aferrados a la visión del país que Villegas les vende en VTV y tratando de reeditar la guerra fría contra la mayoría del país, lo cual los distancia aún más de la realidad y aumenta la brecha entre el PSUV y Venezuela.
Mientras la oposición mantenga el discurso y la conducta democrática e incorpore en su accionar cotidiano los problemas reales de la gente, el camino del PSUV por recuperar el amor del pueblo será empinado y culebrero. Cerca del 70 por ciento del país estaba de acuerdo con que se realizara una auditoria seria de la elección del 14 y el CNE, tutelado por Jorge Rodríguez, actuó en contra de la opinión pública. Por ello fue un acierto salir de esa auditoría chimba e ir por el camino de la impugnación, que en Venezuela se ha hecho en varias oportunidades.
La probabilidad de que las instituciones rojas permitan que la justicia y la verdad se asomen es muy remota, pero nosotros debemos ser serios y seguir el camino de la legalidad. Sin embargo, una cosa es la realidad institucional en un país en donde las instituciones están seriamente cuestionadas y otra la realidad política. Nicolás y su combo de enchufados se encuentran gobernando sobre las arenas movedizas de la ilegitimidad y cada vez que caminan en defensa del interés de Cuba y de la burocracia que medra del estado se hunden mucho más en el desprecio popular y en el aislamiento internacional.
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De la reacción virulenta e irracional de parte del PSUV hacia los empleados públicos y los beneficiados de las misiones se desprenden dos elementos sumamente importantes; en primer lugar, que el voto es secreto y por ello recurren a argucias para tratar de descubrirlo, y en segundo lugar, que la gente perdió el miedo y quiere un cambio, lo cual debe colocar para nosotros como un objetivo estratégico, al margen de las críticas al CNE, la preservación del camino electoral y pacífico. Hay que luchar por cambiar las condiciones, pero se demostró que aún con esas reglas y esos rectores se puede ganar, la próxima vez que vayamos a una elección la cantidad de votos con los cuales derrotemos a los enchufados será tan grande que no podrán torcer la voluntad popular.
El país cambió y depende de nosotros que no se devuelva al pasado por actuar con desesperación o visión de corto plazo. En Mandela tenemos un claro ejemplo de cómo la firmeza y la creencia en sus principios terminaron materializando un sueño.
Por: Carlos Valero