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La siesta, ese ritual que cumplían con devoción nuestros abuelos, podría tener sus días contados. En España, los minutos de reposo después del almuerzo están bajo amenaza ya que recientemente sus políticos informaron que una de las formas de aumentar la productividad en la nación europea, afectada por la crisis económica, sería cortar el horario prolongado de almuerzo.
No te sientas culpable. La siesta no es un capricho de perezosos, sino una función biológica enraizada en nuestro patrón de sueño con dos funciones básicas: consolidar la memoria y refrescar el cerebro. Durmiendo la cantidad necesaria y planificándola en tu cotidiano, la siesta aporta muchos beneficios, entre ellos la productividad – por lo que los ministros españoles podrían estar equivocados. Además, a diferencia de lo que se cree, dormir por la tarde no engorda y tampoco es un hábito para todos, principalmente para los que sufren insomnio.
Desde el momento en que nos levantamos por la mañana nos ponemos – por suerte – cada vez más alertas. Esa agudeza mental sigue hasta sobre las 13h, cuando sufre un declive de aproximadamente una hora y luego vuelve a mantenernos muy despiertos hasta la hora de dormir, entre las 9 y 10 de la noche. La disminución en el estado de alerta después de comer forma parte de nuestra biología y es por eso que nos gusta dormir la siesta.
«La siesta es un ritmo biológico intrínseco en el que los niveles de alerta disminuyen. Almorzar contribuye a declinar el nivel de alerta porque el hambre ayuda a mantenernos despiertos», explica el doctor Alejandro Chediak, neumólogo especialista en medicina del sueño y miembro del Centro de Disturbios del Sueño de Miami.
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Aunque es cada vez más rara, la siesta aún se practica en España e Italia y algunos países de Latinoamérica y Asia, al igual que Medio Oriente y África del Norte. ¿Qué tienen esos países en común? El calor. Hay una teoría que dice que, a lo largo de los años, la siesta se produjo por las altas temperaturas durante el mediodía. «La siesta podría ser una ventaja para huir del calor y no deshidratarnos o quemarnos al descansar durante el punto más caliente del día», recuerda Chediak, «pero se trata de una teoría».
En cambio, en los países industrializados ese hábito es cada vez más raro o casi inexistente. La razón por la que la sociedad dejó de dormir la siesta tiene algo que ver con Henry Ford, el padre de las cadenas de producción modernas, y la revolución industrial en EE.UU. Una de las principales contribuciones de Ford a los negocios ha sido la producción en línea, la assembly line. La introducción del mítico Ford T en el mercado automovilístico revolucionó el transporte y la industria norteamericana, pero su legado también incluye la privación de sueño y el cansancio. A diferencia de hoy, la fabricación en serie original era hecha por humanos. Para que la línea de montaje fuera más eficaz, debía mantenerse activa durante la hora de la comida. Luego, omitir la siesta se convirtió en un hábito. «Pero si mides el ritmo biológico de alerta en Estados Unidos y lo comparas con Españas o sitios donde la gente duerme la siesta, encontraremos el mismo declive en el nivel de alerta a las 13h. Todos seguimos conectados a la siesta, es sólo que la oportunidad no se presenta en Estados Unidos», observa el médico.
[Fuente:terra.com.pe]