La Chinita de Gibraltar y su corona de plata - Lea Noticias

La Chinita de Gibraltar y su corona de plata

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Sobre el piso, en la iglesia San Antonio de Padua en Gibraltar, municipio Sucre, se encuentra una importante obra de arte que se presume fue creada a mediados del siglo XV y que muestra, sobre lo que aparenta ser un lienzo, la imagen de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, patrona de los zulianos.

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Esta destacada pieza artística, hecha presuntamente con pintura de óleo vegetal utilizando la técnica de hojillado en oro, está considerada como la imagen más parecida al retablo original de la Virgen Chinita que se encuentra en la Basílica de Maracaibo. Tiene más de 400 años, lo que la convierte en la más antigua del Zulia, entre las conocidas.

Esta imagen de la Virgen Morena acompañada por San Andrés y San Antonio está  adherida a una tabla de madera. De su marco sobresale un detalle especial: un esmerado trabajo de orfebrería en forma de corona.

Según relata José Luis Chourio, un afrodescendiente dedicado a ofrecer servicios en la mayordomía de la iglesia San Antonio de Padua, también conocida como el Templo Mayor de Gibraltar; “gracias a ese llamativo detalle fue hallada la hermosa pintura que estuvo perdida por varios años”.

Comenta que desde muy pequeño escuchó sobre la existencia de una emblemática obra de arte que las personas mayores denominaban “La pintura de Nuestra Señora del Rosario”; sin embargo, en muchas oportunidades llegó a pensar que jamás podría verla, porque la habían dado por perdida. Todos se preguntaban: ¿Dónde estará la Virgen del Rosario?, porque así la llamaban, pero esa interrogante nadie pudo responderla, durante mucho tiempo.

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Pero a pesar de que estaba perdida, para los lugareños de Gibraltar era común escuchar anécdotas sobre aquella imagen que en algún momento fue venerada en las costas del Sur del Lago de Maracaibo, mientras para José Luis se trataba sólo de leyendas urbanas contadas principalmente por su abuela Olimpia López, quién en vida fuera una de las mayores exponentes culturales de aquel pueblo donde cariñosamente le llamaban “Pipita”.

El hallazgo

Por cosas de la vida, José Luis se fue de Gibraltar por varios años y curiosamente, a su regreso, comenzó a trabajar en la iglesia de San Antonio. Para ese entonces tenía 34 años de edad. Un día, durante una jornada de limpieza que se le hacía al Templo Mayor de Gibraltar, se dirigió hasta unos andamios apartados.

En ellos había varios cuadros apilados entre cartones, completamente cubiertos por el polvo. Entre aquel desorden pudo observar una figura que en su momento creyó que estaba hecha de latón. Se acercó para detallarla y notó que formaba una especie de corona. La pieza llamó su atención desde el mismo instante en que la vio.

Al ver aquello corrió hasta la casa de “Pipita” para contarle lo que había visto. Emocionada, ésta le pidió que regresara a la iglesia: “Mijo, eso que vio es la corona de Nuestra Señora del Rosario, y si está la corona debe estar la pintura, búsquela antes de que la boten”.

José Luis siguió las instrucciones de su abuela y muy agitado por la esperanza de encontrar aquella obra de la que tanto había escuchado regresó a la iglesia para buscarla. Revisó entre todos los cartones sucios y, efectivamente, como dos horas después, encontró la tabla de madera con un lienzo pero la pintura estaba completamente irreconocible por la cantidad de polvo y rastros de pintura que había sobre ella.

Sin embargo la agarró y la apartó. Buscó la pieza de metal y se la puso a limpiar con el líquido que usaba para pulir las joyas de la iglesia. Al lustrarlo se dio cuenta que era de plata y en su superficie lucían querubines incrustados. Estaba seguro. Con las dos piezas en sus manos corrió de vuelta con su abuela.

La alegría de “Pipita”

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Al verlo llegar con las cosas, “Pipita” gritó: “Ésa es, esa es la pintura de Nuestra Señora del Rosario”; pero José Luis replicó: “Pipita, pero eso es una simple tabla y no se ve bien la figura”. Entonces “Pipita” le indicó: “Límpiela para que vea lo que realmente es”.

Él procede y usando un cepillo de dientes comenzó a remover con mucho cuidado la mugre que opacaba la pintura. Poco a poco María del Rosario, San Antonio y San Andrés aparecieron ante sus ojos y los de “Pipita” quien se desbordó de alegría. Hizo un gesto facial tan sorprendente que, de momento, parecieron disiparse en ella las huellas que había dejado en su rostro una vida de 90 años.

Así lo comenta José Luis, quien jamás ha olvidado ese momento, así como tampoco que desde ese instante su abuela se convirtió en la certificadora de la pintura de la Chiquinquirá de Gibraltar. “Para saber qué se siente descubrir una imagen tan valiosa y representativa, tendrías que vivirlo en persona”, comenta a sus 40 años este hombre que ofreció sus servicios a Dios y a su pueblo.

En varias oportunidades se ha preguntado por qué le tocó la dicha de encontrar la imagen que durante años estuvo perdida. No está seguro de nada pero piensa que fue la mano de Dios que la puso en su camino, o su profundo amor a María Santísima lo que le condujo hasta aquel lugar donde reinaba el desorden y en el que curiosamente, entre viejos andamios y cartones, encontraría ese gran tesoro.

La reliquia fue expuesta de nuevo y las personas más ancianas se sorprendieron. No podían creer que estaban viendo de nuevo aquella joya que por muchos años se mantuvo escondida en un rincón sucio y frío del templo. ¡Cuantos años sin ver el cuadro de nuestra Chinita!, era la frase más común, cuenta José Luis.

También resultó difícil entender en Gibraltar cómo una obra de arte se mantuvo en esas condiciones durante tantos años. Muchos se indignaron al saber que la preciada pintura estuvo tirada entre objetos inservibles e indecorosos.

Desde el piso

Después del descubrimiento y con ayuda de otros voluntarios de la iglesia José Luis sigue sugerencias de personas con conocimientos sobre restauración de obras de arte, y tras una meticulosa limpieza se dan cuenta de que es una pintura poco usual, hecha con óleo vegetal.

Cuando quedó al descubierto el vestuario de la Virgen Morena notan que la técnica aplicada es bastante antigua y parecida a lo que se conoce como hojillado en oro, implementado en una época determinada. Entre las características más resaltantes de esta pintura están sus dimensiones porque, aparentemente, para cuando fue creado no se hacían tallados de ese tamaño.

Lamentablemente, por el abandono en el que permaneció la obra perdió parte de su esquina derecha, y es precisamente ese detalle el que permite determinar que es un lienzo pegado al retablo. Hilos sueltos sobresalen por esa punta y según José Luis dicho detalle hace suponer dos cosas: que la obra es un lienzo que luego de ser pintado fue adherido al tablón o que su autor pudo haber pegado el lienzo sobre la tabla para luego pintar sobre el.

Algunos restauradores de oficio sugieren un estudio científico del lienzo para determinar su tiempo y recomiendan, para detener su progresivo deterioro, hacerle un trabajo de purificación fijación. Detallan que no debe reponerse la esquina faltante ya que se convertiría en una nueva obra. También colocarle en una  recámara especial que le permita “respirar” y un marco resistente que permita trasladada de un lugar a otro.

Entre otros, se lo aconsejó a José Luis el restaurador venezolano Harry Schuster, quien se encarga del mantenimiento y conservación de varias obras valiosas en el país, entre ellas la Divina Pastora, patrona de Lara.

Pero al no contar con los recursos económicos suficientes ni la experiencia para poder restaurarla, los pobladores de Gibraltar decidieron seguir exhibiendo la pieza desde el piso de madera de la iglesia San Antonio, porque además su pesado marco no podría ser soportado por las sensibles paredes del santuario. “Al colgarse, podría dañar la infraestructura, el Sagrario y así misma.”, advirtió el mayordomo de la iglesia.

Esta pintura era la que bajaba para ser honrada y coronada durante la celebración de las fiestas patronales de la zona, pero las procesiones se hacían con otra imagen de la Chiquinquirá pintada sobre madera. Eso ocurría en el Siglo XVI. Posteriormente, durante el incendio que en 1600 acabó con la Capilla Menor, el valioso retablo se perdió.

Prensa Gobierno del Zulia

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